Libia ha vivido un año de violencia, desintegración institucional y práctica ruptura del país en varias “taifas”, aunque el petróleo, única fuente de ingresos, vuelve a manar a niveles aceptables y a ser exportado. Tres años después de la caída del régimen de Gadafi, la primavera árabe nunca llegó a Libia, que se hunde cada vez más en el caos, sin que el nombramiento de un Enviado Especial de la ONU, en la persona del español Bernardino León, haya conseguido aportar un poco de estabilidad.