Si Esperanza Aguirre (Madrid, 1952) fuese un animal político, sería un reptil venido a más. Imagínense que el PP de los ochenta le pide una mascota a los Reyes Magos y los muy graciosos aparecen con un pequeño cocodrilo. Al principio, el abuelo Fraga le hacía caricias, Aznar estaba encantado y todos parecían felices, incluido el bicho, dotado de una gran capacidad de adaptación.