Boris Johnson siempre ha sido un político no convencional, populista, capaz de modelar su ideología a lo que le conviene en un momento dado, ya sea apoyando la inmigración cuando era alcalde de Londres (una ciudad cosmopolita, de mucho extranjeros) o promocionando el Brexit como un vehículo para restringirla y controlar las fronteras. Pero ahora, con la espada contra la pared por el partygate , la inflación y el deterioro de la economía, parece dispuesto a dar un paso más. Es el equivalente a renunciar al quinto principio de Euclides ...