Qué caprichoso es el fútbol. Cuando Álvaro Morata salió este pasado verano del Real Madrid buscando las oportunidades y las grandes noches que en el Santiago Bernabéu no iba a tener por falta de minutos, nadie -ni él mismo- se podía imaginar que meses después se convertiría en el héroe de la Juventus y azote del club que le ha visto crecer anotando dos dianas que valen su peso en oro, ni más ni menos que una final de Champions League ante el Barcelona, una de ellas en coliseo madridista.