Tras el atentado terrorista en Moscú, la respuesta de las autoridades rusas ha desatado una oleada de críticas internacionales. Los métodos utilizados durante las detenciones y los interrogatorios han levantado sospechas de tortura, una práctica condenada y prohibida desde 1945, pero que parece resurgir en escenarios críticos. Este fin de semana, vídeos distribuidos a través de canales de Telegram, tanto afines a los servicios de seguridad rusos como al batallón Wagner, muestran el trato brutal a los detenidos. Desde golpes hasta la mutilación,