Nadie que ande con machetes o bates de béisbol por la calle ha venido a pagarnos las pensiones. Los violentos delitos del fin de semana de San Juan, y particularmente el asesinato de David Lledó Caselles a manos de magrebíes okupas con un amplio historial delictivo, vuelven a poner de manifiesto las perniciosas consecuencias de no controlar quién entra en nuestro país. Pero este sindiós no ha empezado ayer, es una gota malaya que viene trepanándonos desde hace décadas.