Todos, sin excepción, hemos leído sus tuits proponiendo bukakes —eyaculaciones colectivas— sobre las feministas, deseando un accidente de avión en el que muera la plantilla del Betis o pidiendo a ETA que ponga una bomba en el coche de Patxi López. Todos, sin excepción, estemos en el punto del espectro político que estemos, asentimos más o menos claramente cuando se nos pregunta si creemos que Pablo Hasél es un psicópata. Todos, también, entendemos que no debería estar en la cárcel.
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etiquetas: hasél , política , problemas mentales