El escándalo de Facebook y Cambridge Analytica se ha convertido, por méritos propios, en el gran hito-fiasco tecnológico de 2018. El robo masivo de datos a 87 millones de usuarios de la red social ha destapado una realidad incontestable: la información que compartimos en internet se ha convertido en moneda de cambio habitual de aplicaciones y empresas tecnológicas. Es su modelo de negocio, sus condiciones de uso implícitas en un contrato que el usuario contrae en el momento en el que completa un formulario de registro.
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