Aunque la masacre de cautivos a bordo del barco esclavista británico Zong escandalizó a la sociedad, el ritmo de la reforma fue lento. El obispo de Peterborough, R. Hinchcliff, lo calificó como «una de las barbaridades más inhumanas de las que he leído jamás». George Gregory, rector de West Ham, lo calificó como «uno de los proyectos más negros que jamás haya pasado por la mente del hombre». Y Thomas Clarkson, el ardiente abolicionista inglés, lo caracterizó como un «hecho sin paralelo en la memoria de la humanidad,