Quizás, si la historia fuera diferente, la sede del gobierno de Reino Unido en Westminster, Londres, no existiría; en su lugar, habría un complejo brutalista. Si alguien hubiera marcado una casilla en lugar de otra, en París habría ¡un aeropuerto! en medio del río Sena. O una torre de 528 plantas de Frank Lloyd Wright sobre Chicago. Y un belvedere XXL de acero patrocinado por Telefónica al norte de Madrid. Estos proyectos nos recuerdan que el futuro tiene el potencial de ser menos interesante que nuestras visiones del mismo.