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La odisea del Endurance (y II): Ir a la Antártida en barco y tener que volver andando

«Hacía más de un año que el mundo no tenía noticia de ellos. Que alguien decidiese enviar un rescate resultaba muy improbable a aquellas alturas, y más con la guerra en Europa, que suponían no habría terminado todavía. Como al emprender la marcha solamente dispondrían de los víveres que pudieran acarrear con ellos, no habría comida para las mascotas del barco: cuatro cachorros de perro que eran los ojitos derechos de los marineros y la gata del cocinero»

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