5 meneos
28 clics
Cortesanas de la utopía
Hace más de medio siglo en esta Isla se decretó el fin del intercambio de sexo por dinero. Nadie, nunca más, vendería su cuerpo por un poco de comida, por una posición social o un mejor empleo. Las putas eran cosa del pasado capitalista y en el país que se encaminaba a la utopía no había espacio para tal debilidad. Tenían que transformarse en milicianas, en trabajadoras destacadas e intachables madres del hombre nuevo.
Pero la prostitución, ¡ay!, siguió existiendo. Como la lotería que se sumergió en la ilegalidad tras ser proscrita y los chistes contra el Máximo Líder que se protegieron en los susurros, el oficio más viejo del mundo se rodeó de sombras. Los clientes ya no eran nacionales con unos pocos pesos para gastarlos en el burdel más cercano, ni marineros deseosos de recuperar en el trópico los largos días de continencia en altamar.
Pero la prostitución, ¡ay!, siguió existiendo. Como la lotería que se sumergió en la ilegalidad tras ser proscrita y los chistes contra el Máximo Líder que se protegieron en los susurros, el oficio más viejo del mundo se rodeó de sombras. Los clientes ya no eran nacionales con unos pocos pesos para gastarlos en el burdel más cercano, ni marineros deseosos de recuperar en el trópico los largos días de continencia en altamar.
|
Click para ver los comentarios