La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, calificó al gobierno como ilegítimo tras las elecciones del 26 de octubre, que considera fraudulentas, y aseguró que no dejará su cargo al finalizar su mandato en diciembre. Protestas masivas estallaron tras la suspensión de las negociaciones para la adhesión a la UE, una meta constitucional. El partido gobernante, Sueño Georgiano, es acusado de tendencias autoritarias y prorrusas. La crisis refleja tensiones internas y divisiones sobre la relación con Europa y Rusia.