En defensa de los íncels

A raíz de la polémica que ha generado el último artículo de Juan Soto Ivars, me gustaría hacer una reflexión acerca de esta comunidad.

En primer lugar, ¿qué es un íncel? Se trata de la abreviatura de “involuntary celibate” (célibe involuntario), es decir, aquella persona que desearía tener una relación romántico-sexual con una mujer, pero, ya sea por su falta de habilidades sociales o seductoras, o su falta de atractivo físico, o su timidez, o su miedo a las mujeres, o su baja autoestima… se ven incapaces de lograr este objetivo.

Los célibes involuntarios pueden serlo en soledad o pueden agruparse en comunidades; pueden desarrollar misoginia o pueden no desarrollarla; pueden compartir ideas erróneas o compartir ideas acertadas con respecto a las mujeres y con respecto al porqué de su fracaso con ellas; pueden canalizar su frustración hacia sendas tenebrosas o hacia lugares fecundos. No hay un único formato: hay tantos íncels como personas y no podemos simplificar el asunto apodándolos como “un grupo de hombres misóginos”.

Cuando los seres humanos sufrimos es lógico que busquemos refugio y consuelo en aquellos que sufren como nosotros (véase grupos de alcohólicos, de personas con VIH, de personas con cáncer, transexuales, prostitutas, fóbicos sociales, etc.), y más allá de que estos grupos puedan o no canalizar su rabia hacia senderos turbios fruto de su problema, les proferimos cierto respeto porque comprendemos (o creemos comprender) el sufrimiento que en ellos habita; sin embargo, cuando se trata de algo que tiene que ver con las relaciones afectivo-sexuales, y más concretamente la ausencia de ellas en varones, pareciese que la sociedad activase al unísono toda su crueldad contra estos hombres, pareciendo, casi, que hubiese algo de instintivo en ello.

Más allá de cuánto es cierto o no que los incels sean misóginos, se da una paradoja muy curiosa en la sociedad: esta desprecia y aísla a personas, los célibes involuntarios, que se autodesprecian y autoaíslan, generando, así, un feedback que les sirve como ancla a la creencia de que la sociedad es cruel e injusta para con ellos. Es decir, en lugar de demostrarles que es falso que la sociedad les desprecie, se le muestra la actitud que se lo confirma.

¿Qué es lo que necesita un íncel? Dos cosas:

1.     Invertir en sí mismo: aprender habilidades sociales y de seducción, mejorar en su vida personal y profesional, vacunarse del rechazo…

2.     Que haya una chica que apueste por él, porque esto es lo que va a romper la creencia de no ser alguien suficiente para las mujeres, y es lo que va a apaciguar su resentimiento para con el sexo femenino.

Debemos tener en cuenta que la comunidad íncel está formada por personas cuyos miembros conforman un grupo del cual ninguno de ellos desearía formar parte. Debemos tener en cuenta que ningún ser humano quiere pasar lustros sin tener una relación afectiva, o sin tener a alguien a su lado. No es bueno, y es un factor de riesgo para desarrollar graves problemas de salud (tanto físicos como mentales). Los seres humanos somos, en mayor o menor medida, dependientes del afecto físico.  Cuando se banaliza este asunto, no se está teniendo en cuenta las tremendas repercusiones emocionales que puede acarrear la carencia de él. Cuando algunas personas reducen el asunto a la “falta de sexo” y la solución a “hacerse una paja”, no están teniendo en cuenta la complejidad del problema. El aislamiento emocional incrementa los niveles de cortisol y reduce los de oxitocina, y la soledad es un fuerte factor de riesgo para síntomas como depresión, fatiga, dolor, o insomnio.

Los datos revelan que el porcentaje de adultos que no tienen relaciones sexuales ha batido el récord en los últimos años, especialmente entre los hombres menores de 30 años, cuya proporción se ha triplicado al 28 por ciento, siendo un aumento mucho más profundo que sus contrapartes femeninas.

 

La demografía también nos enseña que aquellas personas que acostumbren a moverse en círculos sociales populares y orientados al logro tendrán tendencia a perder la virginidad antes, en cambio, aquellos que acostumbren a moverse en círculos sociales compuestos por personas introvertidas tendrán una mayor tasa de célibes involuntarios.

La literatura científica también nos muestra cómo los hombres tienen mayor preferencia a satisfacer sus necesidades emocionales a través de su pareja, pero no a través de sus amigos, mientras que las mujeres sí muestran una mayor preferencia para satisfacer estas necesidades a través de su grupo de amigas.

En resumen, los íncels son un grupo de personas inseguras que anhelan algo tan humano como sentirse queridos por otra persona (en este caso por el sexo femenino). Algunos pueden conducir sus frustraciones hacia la misoginia y elaborar retorcidas teorías acerca del sexo femenino, pero otros no. Los factores de riesgo para ser íncel no son ni el machismo, ni el narcisismo, ni la psicopatía…, sino las bajas habilidades sociales, la falta de atractivo físico, la introversión… Un íncel necesita invertir en él para poder llegar a sentir que puede ser atractivo a las mujeres. La experiencia emocional correctiva radica en ser elegido por una mujer, pues es la piedra de toque de que realmente se es querido por el otro sexo.