Resulta paradójico que, por una vez que se acuerdan de una enfermera a la hora de bautizar un hospital, el edificio haya salido un mamotreto. Para la mierda de servicio que está dando, incluido el de comidas, deberían haberlo llamado "Hospital Doctor Antonio Vallejo-Nájera", en recuerdo de aquel matasanos franquista que el artífice intelectual del robo de bebés a las presas republicanas. La fama de mostrenco carísimo, guarro e innecesario que se ha ganado a pulso el hospital Zendal está ahuyentando a los profesionales sanitarios.
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