Durante unos años no tan lejanos, la Marca España no fue su bandera, ni el himno, ni el Rey. Ni siquiera las disputas entre nacionalidades históricas o las aparentemente eternas peleas a goyescos garrotazos. No, la España que iba bien era, ante todo, suelo y capital. Fueron los años de los grandes pelotazos urbanísticos y los alcaldes que los propiciaron. Algunos acabaron mal, o sea, en el talego. Pero no todos. En Asturias, el campeón de la verdadera enseña nacional fue Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo entre 1991 y 2012 por el PP.
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