La gran banca española acaba de cerrar un año sin precedentes pero sí con claros antecedentes: las subidas de tipos del BCE (Banco Central Europeo), junto con las de otros emisores y reguladores como la Reserva Federal estadounidense, el mantenimiento de una elevada presión a los clientes con un sinfín de comisiones y el ahorro que le supone no remunerar el depósito del dinero con el que operan ha provocado una descomunal extracción de rentas a familias y empresas que se ha traducido en unos beneficios de magnitud histórica.
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