SpaceX, para bien y para mal, no es la NASA, una organización comprometida con la ingeniería responsable y no la ley de la selva, como Musk. La plataforma de SpaceX no tiene desviador de llamas así que, cuando los 33 motores Raptor se pusieron en marcha, el infierno desatado por más de tres toneladas de metano criogenizado y oxígeno líquido quemadas por segundo, la plataforma comenzó a deshacerse. El resultado, un desastre.
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