Desde hace tiempo me estoy dando cuenta de la cantidad de expresiones de España que estamos adoptando nosotros, los latinoamericanos. Encuentro tres motivos principales: primero, influencia de los youtubers españoles. Segundo, para algunas palabras nos es difícil encontrar una forma más fácil y cómoda de decirlo. Tercero, como una auto-censura para no sonar tan mal, similar a usar expresiones en inglés o usar vesre.
"Flipar": No se nos ocurre una forma tan simple de decir que algo nos asombra o nos guste mucho. No digo que técnicamente no haya, y también quizás en algún país sí han encontrado una coloquial como esa.
"Molar": ídem. No hay nada más cómodo que decir "esa banda mola". El sustituto esa usar más de una palabra.
"Esta cancion va de...": ídem. Es más cómodo decir "ésta canción va de" que "esta canción trata sobre []".
"Regulero": ídem.
"Váter": acá se lo conoce normalmente como "inodoro", al parecer a veces es mejor decir "váter" porque suena elegante.
"Cheto": al menos en mi país, Argentina, "cheto" es alguien que presume ser más de lo que es, similar a "pijo", o directamente en referencia a los ricos no tan ricos. Ahora se está empezando a usar el significado dado por los españoles, es decir como algo o una acción diferente al resto (sea en el buen o mal sentido).
Hay varias más. A veces se dejan de usar. Otras pegan más profundo porque también las escucho en personas que conozco en vivo.
A los romanos les encaba el color. Podemos ver esto en los innumerables frescos de las muy conocidas ciudades de Pompeya y Ercolano, las cuales nos han legado un numero impresionante de pinturas. Para los romanos, sus fuentes colorantes no estuvieron limitadas por lo que la naturaleza proporcionaba en su estado puro, si no que modificaban los colores de los pigmentos por calcinación. El caso mas amplio es la transformación de amarillos y ocres de hierro en rojo, de lo cual Vitrubio hace mención:
"<<Usta>>: es muy necesaria y se fabrica sin gran dificultad. Pues si cueces en el fuego tierra de ocre bueno y la enfrías después vertiendo vinagre muy fuerte, una esponja mojada (en este líquido) dará un color purpúreo. Si la reduces a polvo resulta la <<usta>>"
Ejemplo de calcinación de limonita/goethita. Este ejemplo es rudimentario y no controlado.
El rojo, aunque sea un cliché, es el color principal de la paleta romana, y empleado en muchos fondos de frescos, así como en escudos. En otras ocasiones se recurre la sinterización de pigmentos desde 0, caso del azul egipcio, técnica que ellos aprendieron de los egipcios, o de pigmentos de innovación propia, como recoge Plinio en su libro XXXV sobre nuevos pigmentos creados por diversos artistas según cita:
"Nicómaco y Parrasio fueron los primeros en servirse de la creta blanca de Eretria, Polignoto y Micón obtuvieron por primera vez un pigmento negro con el orujo de uva, Apeles preparó el negro de marfil, Nicias empleo por primera vez el minio de plomo.".
Una frita de azul egipcio de fabricación romana hallada en Moraleda de Zafayona, Granada, España.
Como vemos, la innovación y el desarrollo de mejores colores fue un motor en el arte romano, a fin de superar problemas relacionados con la disponibilidad o las propiedades de otros pigmentos (saturación, luminosidad, poder cubriente, resistencia ambiental). Sin embargo, la amplia gama de colores de los que llegaron a disponer los artistas romanos se volvió en su contra. Vitrubio, Plinio y Petronio hablan de manera contundente sobre lo que para ellos era la decadencia de la pintura romana, mas centrada en el abuso del color que en la técnica, sucumbiendo a las modas pasajeras y a la fantasía en lugar de plasmar la realidad, puntos alejados de las teóricas clasicistas heredadas de los griegos. Plinio se lamenta:
"Con sólo cuatro colores, el melinum para los blancos, el sil ático para los amarillos, la sinopis del Ponto para los rojos, y el atramento para los negros, Apeles, Echion, Melanthius, Nicómaco, ejecutaron obras inmortales; pintores tan célebres, que sólo uno de sus cuadros era comprado por el precio de tesoros de ciudades".
La paleta griega era tetacromática, compuesta por los colores descritos en el pasaje de Plinio: blanco, amarillo, rojo y negro. El azul quedaba descartado por connotaciones filosóficas relacionadas con la noche, la muerte y las tinieblas.
Las quejas de Plinio sobre la pintura decorativa y el abuso del color no quedan aquí:
"Terminemos primero aquello que aún nos queda por decir sobre la pintura, arte antes ilustre, cuando los reyes y los pueblos lo codiciaban, e ilustraba a aquellos que se dignaban ser recordados con su imagen para la posteridad. Pero hoy ha sido completamente expulsado por el mármol, e incluso por el oro. Ya ni los entrepaños de mármol nos gustan, ni aquellas porciones de montañas que la sierra extiende en nuestros dormitorios; nos hemos puesto a pintar incluso las piedras".
"Hoy que la púrpura se emplea para pintar las murallas, y la India nos envía el lodo de sus ríos (14) y la sangre de sus dragones y elefantes, la pintura no da ya más obras de arte. Por tanto todo iba mejor cuando los recursos eran menores. Sí, así es, porque como ya dijimos más arriba, se fijan en el valor de la materia, y no en el del genio".
Petronio, en el Satiricón, narra un diálogo entre Encolpio y Eumolpo:
"- Le pregunté a qué causas atribuía la decadencia de las bellas artes en el presente siglo, sobre todo en cuanto atañía a la pintura.
- El amor a las riquezas -me contestó- ha producido este triste resultado. En tiempo de nuestros antepasados, cuando sólo se honraba el mérito, florecían las bellas artes y los hombres disputábanse a porfía la gloria de transmitir a los siglos venideros los descubrimientos útiles. Demócrito, Hércules de la ciencia, destilaba el jugo de todas las plantas conocidas y se pasaba la vida haciendo experimentos para conocer las propiedades de vegetales y minerales. Eudoxio envejeció en la cumbre de una montaña para observar lo más cerca posible los movimientos del cielo y de los astros. Crisipo tomaba eléboro tres veces para purificarse el espíritu y prepararlo a nuevos descubrimientos. Y, volviendo a las artes plásticas, murió Lisipo de hambre, ocupado solo en perfeccionar los contornos de una estatua, Y Mirón, que infundió en el bronce el alma humana y el instinto animal, no encontró heredero. Sumidos nosotros en el vicio y en la embriaguez, no nos atrevemos ni a elevarnos al conocimiento de las artes inventadas en otro tiempo: detractores de lo antiguo, no conocemos más ciencia que la disolución, de la cual somos ejemplo y precepto vivientes. ¿Qué se hizo de la dialéctica? ¿Y la astronomía? ¿Y la moral, camino recto de la sabiduría? ¿A quién se ve hoy entrar en un templo, invocando a los dioses para alcanzar la perfección de la elocuencia o para descubrir los ocultos manantiales de la filosofía? Ni siquiera se le pide la salud. Mira a esa muchedumbre que se encamina al Capitolio: antes de llegar al umbral del templo, uno promete ofrendas, si se le muere un pariente rico; otro, si descubre un tesoro; otro, si antes de morir llega a juntar algunos millones de sestercios.Al senado, al mismo senado, árbitro del honor y de la justicia, le hemos visto ofrecer a Jupiter mil marcos de oro, y así parece despertar la avaricia ajena, puesto que intenta atraerse el favor del cielo a fuerza de dinero. No te asombre, por consiguiente, la decadencia de la pintura, ya que dioses y hombres ven con más gusto una barra de oro que todas las obras maestras de Apeles y Fidias y demás griegos locos, como ellos los llaman"
Vitrubio también hace mención sobre esto:
"Los antiguos no buscaban ni estimaban más que el talento del artista y la perfección del trabajo, mientras que hoy se estima una sóla cosa: el brillo de los colores. La ciencia del pintor no cuenta para nada, y no se aprecia más que el gasto realizado por el que encarga el trabajo: se sabe, por ejemplo, que los antiguos dosificaban el minium como droga muy rara, y en el presente se recubre con éste murallas enteras; se emplean con la misma profusión la crisocolla, el color púrpura y el azur (16). Las pinturas realizadas con estos colores, aun sin arte, no dejan de tener mucho esplendor; pero son tan caras que las leyes han ordenado que no sean en absoluto suministradas por los pintores, sino por los que realizan el encargo".
Los pigmentos mas luminosos y mas saturados eran los mas demandados, pero también los mas caros. Plinio los denomina floridi, entre los cuales entrarían, entre otros, el azul egipcio, el cinabrio (el minio romano), el minio (nuestro minio rojo de plomo), realgar, oropimente, crisocola, purpurissum, armenium, etc, mientras que el resto los denominaba austeri, es decir, los pigmentos comunes, entre los que entrarían los compuestos a base de óxidos de hierro, tierras verdes, cretas, tizas, almagras, etc. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, los colores floridi no eran siempre los mejores o, incluso, aptos para según que técnicas. El minio (el romano, es decir, el cinabrio), por ejemplo, se torna negruzco con el tiempo debido a las condiciones ambientales. De esto Vitrubio nos deja un texto:
"Cuando, pues, el bermellón, por el abandono del azogue ha perdido su vigor natural, se vuelve naturalmente tierno y débil. Asi que, cuando se le utiliza para los enlucidos de habitaciones cerradas, mantiene sin alterarse su color. Pero empleado en lugares abiertos, como son los peristilos, las exedras y otros semejantes, en los que los rayos del Sol y de la Luna pueden penetrar, el bermellón se altera, pierde pronto la viveza de su color y se ennegrece.
Eso les ha ocurrido a muchos, y especialmente al escribano Faberio, que habiendo querido tener en el Aventino una casa elegantemente decorada, hizo pintar todas las paredes de los peristilos y galería con bermellón(minium); y éstas, al cabo de treinta días, tomaron un tinte feo y desigual, por lo que se vio obligado a aplicar sobre aquél otros colores."
Este efecto ha sido apreciado por los arqueólogos modernos en excavaciones realizadas en Ostia en la Schola de Trajano.
Tras un año, cifra mayor a la dada por Vitrubio, el cinabrio comienza a desarrollar manchas negras, cada vez más amplias.
Y después de todo esto, en realidad parte sus quejas tienen razón. Supongo que desde el lado del artista (cosa que no soy), el color es solo un recurso y que el mejor recurso de tu obra sea el empleo de los mejores colores en lugar de los elementos mas fundamentales que componen el arte, como la técnica, la ejecución, el color (en una manera de entenderlo orientada a la de Plinio y Vitrubio), etc, resulta en una obra mediocre, o por lo menos, en algo que no destaca por las cualidades que debería destacar. Plinio y Vitrubio se alegrarían de saber que mi empleo de los colores se limita a los austeri, aunque la verdad, la razón es el alto coste de los colores floridi. Por fortuna no seré objetivo de sus criticas.
He tratado de no hacer algo infumablemente largo, por lo que tuve que recortar mucho. Ilustraré, si me lo pedís, algunos de estos minerales o pigmentos en los comentarios.
Fuentes:
Hace unos días el juez Santiago Vidal confesaba que un tercio de los jueces españoles pertenecen al Opus Dei www.publico.es/espana/juez-santiago-vidal-tercio-del.html Otros estudios han certificado que, a nivel asociativo, los jueces españoles optan de forma claramente mayoritaria por afiliarse a la Asociación Profesional de la Magistratura, de tendencia claramente conservadora dx.doi.org/10.18042/cepc/redc.105.05
Todo el que conoce el Opus Dei sabe que sus tres principales características son 1) una interpretación integrista del catolicismo; 2) una inspiración sectaria que le lleva a exigir una adhesión absoluta de sus miembros a su ideario, el cual abarca cada ámbito de la vida pública y privada del individuo hasta volverse asfixiante, y 3) un ansia insaciable de copar espacios de poder a través de sus miembros.
Recuerdo que un amigo mío que estudió en un colegio de la secta, me contó que, al acabar bachillerato, le preguntaron la carrera que estudiaría y en qué universidad lo haría. Cuando se lo dijo, le entregaron una lista de profesores que pertenecían al Opus, y le ordenaron presentarse a ellos el primer día de clase diciéndoles que venía avalado por la organización. La misma lógica se da en cualquier empresa, departamento, órgano administrativo o tribunal calificador de procesos selectivos donde hay gente del Opus. Si consiguen colar a uno en alguna parte, éste tiene la misión de colocar al mayor número de correligionarios hasta tomar el control del sitio y ponerlo al servicio de la secta. En un contexto como el judicial, donde el acceso a la carrera tiene sendas pruebas orales decisivas, se dan claramente las condiciones para que los jueces opusinos metan compañeros que perpetúen "la obra" dentro de los tribunales.
En España, con manifiesta hipocresía, los grandes partidos tienden a decirnos que los jueces son mecánicos aplicadores del Derecho cuyas preferencias personales quedan a un lado cuando se ponen la toga. Esta falacia fue refutada, hace ya dos siglos, por una corriente de la Filosofía del Derecho llamada "realismo jurídico norteamericano". Básicamente, esta corriente sostiene que, en gran medida, el Derecho es lo que a los jueces les da la gana que sea, pues su enorme poder para aplicar las leyes les habilita para imponer su voluntad sobre la del legislador ¿Y cómo? En esencia tienen dos vías para ello:
-Fijación de los hechos probados. Para aplicar la consecuencia jurídica de una ley, es necesario acreditar que se da su supuesto de hecho (matar, robar, defraudar impuestos...). Y ésa es una cuestión de prueba. Pues bien, un juez tiene la potestad de dar más credibilidad a un testigo que a 5, de interpretar forzadamente el texto de un documento para sostener que dice lo que no dice (a veces el sentido del documento es tan obvio que el juez no puede hacerlo, pero muchas de veces hay resquicios para ello), o de considerar que un hecho no ha quedado suficientemente probado cuando hay un 98% de certeza sobre su acaecimiento, mientras que en otro caso da otro hecho por probado cuando sólo hay un 45% de certeza. Por tanto, si un juez no quiere aplicar una ley en muchos casos solamente tiene que interpretar "creativamente" las pruebas para evitarlo. Si visitáis cualquier pasillo de salas de vistas de cualquier ciudad española, escucharéis a los abogados decir "me ha tocado con el del Juzgado nº7, tengo el pleito ganado" o "me ha tocado con el del nº5, es imposible ganar". Dependiendo de si el abogado defiende a trabajadores frente a empresarios, o a inmigrantes ilegales, o a menas...sus probabilidades de ganar o perder en cada uno de esos juzgados serán diametralmente opuestas.
-Interpretación de textos normativos vagos. Muchas veces las leyes usan expresiones como "mala fe", "abuso de confianza", "falta grave de respeto", "trato degradante" o "cláusula contractual abusiva". En estos casos, y dependiendo de sus intereses, el juez puede considerar que llamar "mala persona" a tu jefe por no pagarte es una falta grave de respeto y por tanto está justificado tu despido, o que recibir un escupitajo de un policía cuando estás detenido no alcanza la gravedad suficiente para considerarse un trato degradante. Esta libertad es decisiva para que la ideología o intereses clientelares de los jueces acaben provocando interpretaciones poco razonables del Derecho.
Os pongo dos ejemplos de casos sangrantes en los que el realismo jurídico norteamericano nos demuestra que acierta de pleno al afirmar el inmenso poder de los jueces:
-El Tribunal Supremo español, saltándose escandalosamente lo preceptuado en el artículo 6.3 del Código Civil, dice que los bancos no tienen el deber de devolver todo lo indebidamente pagado por los consumidores aen virtud las cláusulas suelo hipotecarias. Dicho artículo establece la nulidad ex tunc (es decir, desde el primer día) de los efectos producidos por cláusulas contractuales nulas. El Tribunal se saltó el Derecho de forma flagrante para beneficiar a los bancos. Luego vino el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y, por fortuna, rechazó la sentencia española y amparó a los consumidores de nuestro país. Gracias a él los bancos tuvieron que devolver el dinero www.abogacia.es/actualidad/noticias/el-tjue-avala-la-devolucion-integr Era un caso claro, cristalino, la norma hablaba por sí sola y la única interpretación razonable de la misma era la europea. Pero el Tribunal Supremo tenía otras motivaciones más importantes que la recta interpretación del Derecho.
-Dos chicos queman una foto de Felipe IV y son condenados a cárcel por delito de injurias al rey. Por aquel entonces el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya había dicho que mandar a la gente a prisión por injuriar al rey viola el derecho humano a la libertad de expresión. El Tribunal Constitucional español se sacó de la chistera ex novo (no se había planteado en fases procesales previas) que los chicos también podían haber incurrido en un delito de amenazas e incitación a la violencia contra Felipe IV y validó su condena. Finalmente fueron amparados por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos www.elsaltodiario.com/libertad-expresion/tribunal-europeo-derechos-hum.
Vemos, por tanto, que la ideología de los jueces tiene un peso esencial en su aplicación del Derecho. Pero hay otro factor aún más relevante: las redes clientelares. Un juez del Opus, con casi total certeza, dictará sentencia de acuerdo con los intereses de su secta. Un juez que depende del PP o el PSOE para promocionar a vocal del CGPJ o magistrado del TS, o que ya ocupa uno de esos cargos y depende del partido para que se lo encadenen con otro (como magistrado del TC), muy probablemente dictará sentencia conforme a los intereses de sus mentores políticos.
En consecuencia, si queremos una justicia de calidad precisamos 1) que el pluralismo ideológico entre en la carrera judicial hasta volverla fiel reflejo de la sociedad, de modo que los colectivos beneficiados por la ideología conservadora, desde bancos a Iglesia, no gocen de más probabilidades de éxito en los tribunales, y 2) evitar que centros de poder como el Opus o los grandes partidos políticos tengan la potestad de colocar y promocionar jueces. Buenas ideas para lograrlo podrían ser:
-Generalización de las becas para que la gente de clase popular pueda estudiar la larga oposición de juez (media de 4 años para aprobarla) sin compaginarlo con trabajos que en la práctica impiden el estudio. Así contribuimos a evitar que los juzgados estén mayoritariamente ocupados por gente de clase alta que no sabe lo que es partirse el lomo en una obra o no llegar a fin de mes.
-Pruebas selectivas donde se garantice el anonimato del opositor. Por ejemplo, que los exámenes orales pasen a ser escritos y el tribunal no sepa los nombres de a quién está evaluando ni le vea la cara.
-Elección popular directa de los vocales del CGPJ que a su vez deciden quiénes ocupan las altas magistraturas, o en su defecto elección por los propios jueces, pero nunca por partidos políticos que podrán colocar a sus comisarios y mantenerles bajo su disciplina a cambio de promesas de nuevos cargos.
¿Qué más medidas se os ocurren?
Tras la incorporación de @Eirene como nuevo administrador de Menéame, nuestra página está viviendo continuos debates sobre qué debería permitir y qué debería strikear. Algunos dicen que sólo ha de perseguir los insultos directos. Otros que debe castigar los comentarios incels, machistas, pollaheridas, voxemitas, xenófobos...Esto último tiene la dificultad de identificar a qué nos estamos refiriendo exactamente cuando usamos esos conceptos, y si se ciñen a frases estrictamente injuriosas como "todas las mujeres son unas putas" o a cualquier idea que choque con la idea de feminismo que defiende, por ejemplo, Podemos. Con el fin de iniciar un debate sobre la cuestión, quiero preguntaros si el siguiente poema podría publicarse en Menéame o consideráis que merece ser censurado:
“Cuentan que en España un rey
De apetitos inconstantes
Cuyo capricho era ley
Enviaba a sus amantes
A ser de un convento grey
Hoy los tiempos han cambiado
Y el amado timonel
En cuanto las ha dejado
No van a un convento cruel
Sino a un escaño elevado
La diputada Montero
Ex pareja del “Coleta”
Ya no está en el candelero
Por una inquieta bragueta
Va con Tania al gallinero”
El poema en cuestión fue publicado por un juez español en la revista de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria. Su mensaje era claro: partiendo de un rumor sobre la ruptura entre Pablo Iglesias e Irene Montero y la consiguiente pérdida de influencia política de ésta última que implicaría, afirmaba que Irene estaba donde estaba, simplemente, por ser la novia de Iglesias y haber recibido su enchufe. Irene Montero le demandó por violar su derecho al honor, y el Tribunal Supremo acabó absolviéndole con base en los siguientes argumentos:
-La libertad de expresión tiene límites mucho más amplios que la libertad de información. Mientras que la libertad de expresión ampara opiniones (que por naturaleza son subjetivas, diversas e incluso estrambóticas dentro de un Estado democrático), la libertad de información ampara la emisión de información veraz, que es la información que concuerda fielmente con la realidad o que, aún siendo inexacta, ha sido recabada por el periodista de un modo diligente, esto es, consultando a fuentes fiables y obrando con el rigor propio de un buen informador. Por tanto, la libertad de expresión implica la libertad de todo español para valorar los hechos sobre la base de sus creencias, incluso recurriendo a la demagogia, la exageración o la defensa de posiciones que resultan poco razonables para la mayoría.
-La libertad de expresión no ampara el insulto desnudo y desvinculado con la idea que se pretende defender. Tampoco ampara las amenazas o la incitación a la violencia contra personas o colectivos sociales, o el llamamiento a la negación de sus derechos básicos.
-La libertad de expresión es más amplia cuando se critica a personajes públicos en relación con asuntos de relevancia pública, pues tal libertad es un derecho subjetivo fundamental de toda persona, pero también uno de los pilares de todo sistema democrático. Gracias a ella podemos intercambiar puntos de vista sobre la competencia, los vicios, los defectos o la gestión de instituciones o agentes políticos, contribuyendo con ello a reforzar el control popular sobre sus actuaciones, disuadirles de incurrir en corrupción, mal gobierno o nepotismo (pues sus actos serán expuestos en la plaza pública) y, en definitiva, decidir libremente a quién votamos y cómo ejercemos nuestro derecho a la participación política, porque sin opinión e información no hay conocimiento, y sin conocimiento no hay decisiones libres.
Con base en todo lo anterior, el Tribunal Supremo absolvió al autor del poema, pues consideró elemental el derecho de todo ciudadano a cuestionar a sus representantes políticos y denunciar que, a su juicio, ocupasen sus cargos no por méritos propios sino por haber sido aupados debido a sus relaciones familiares o sentimentales a puestos de salida en las listas electorales. Sea contra Ana Botella, el novio de Ayuso, el hermano de la susodicha, el marido de Ada Colau o Irene Montero, es un derecho inalienable de toda persona denunciar el nepotismo si, a su entender, es la causa de que todos esos personajes hayan obtenido prebendas o beneficios de cualquier índole. Y el resto decidiremos si sus argumentos son razonables o absurdos. Pero nadie tiene derecho a privarnos de la posibilidad de escuchar y decidir.
Proyectando esto sobre Menéame, soy partidario de aplicar el criterio del Tribunal Supremo sobre la política de moderación de la web. Ni insultos ni expresiones que llamen a la violencia o la negación de derechos básicos de colectivos por razón de género, raza, orientación sexual, religión...Para todo lo demás, libertad de expresión y los usuarios decidiremos si compramos o no la idea. Me parece que no sólo es lo justo, sino también lo más práctico si queremos desactivar el discurso de la ultraderecha (el verdadero discurso de la ultraderecha, no cualquier idea que no coincida milimétricamente con lo que dice Podemos).
Y es que si un tío suelta una animalada y yo le censuro sin más, él podrá acudir a los que están mirando y decirles "¿Veis? Me censura porque digo la verdad". Si le dejo hablar y desmonto lo que dice con argumentos, demostraré ante los demás su calaña y lo repulsivo de su discurso. Siempre es mucho mejor convencer que vencer, y para convencer no hay que censurar sino persuadir. Y para persuadir en un debate, amordazar o insultar a quien tienes enfrente, por abyecto que pueda ser el individuo, es la peor estrategia.
menéame