Espero, de corazón, que gane Milei.

Hay veces que escribo para mí mismo, y ésta es una de ellas. Este artículo no está dedicado a ningún público en concreto sino a ordenar mis propios pensamientos con respecto a dos temas:

1. La Economía, que ya sabéis que es el tema central de este blog. En este caso en concreto, sobre aplicación práctica de las ideas de la escuela austríaca y el ultraliberalismo en la política económica de un país.

2. Argentina.

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0. Un poquito de trasfondo.

Para el que no lo sepa porque sea un lector llegado de nuevas a esta bitácora, un servidor ha dedicado buena parte de su tiempo a divulgar sobre teoría económica, más concretamente, a tratar de explicar al gran público los “peligros”, errores e incluso falsedades de las teorías económicas más extremas y radicales de nuestro tiempo. Yo me he centrado en el marxismo (socialismo económico)

¿Es el marxismo científico? Una crítica científica (no política) al marxismo. Un ejemplo: cómo se demostró científicamente que la Teoría Laboral del Valor de Karl Marx es falsa. Por qué no se considera al marxismo como una opción económica eficiente en el mundo académico y científico de la Economía (y de otras ramas de la Ciencia como las Matemáticas, la Psicología, la Biología o la Neurología).

y en la escuela austríaca (ultraliberalismo), sobre todo en ésta última.

La escuela de Austria o austríaca es una escuela de pensamiento económico, una de las dos escuelas de pensamiento principal sobre la que se sustentan las ideas y postulados del llamado popularmente neoliberalismo.

Personalmente prefiero el calificativo de “ultraliberal” para definir a los “austríacos” porque hay que admitir que el término “neoliberal” está muy manoseado, es un término del que se abusa mucho, de una manera muy parecida a lo que sucede con las palabras “fascista” o “rojo”. Y otra cosa no… pero el término ultraliberal no se lo pueden quitar de encima los austríacos ni con agua caliente. La escuela austríaca es una versión extremista, muy muy radical, del liberalismo clásico. Tanto, que a veces se la identifica o confunde con el anarcocapitalismo.

Los “austríacos” son tan ultras que lo suyo es que es de llevarse las manos a la cabeza. Es de un radicalismo extremo, insisto. Y un auténtico disparate. En el mundo académico de la Economía y la Psicología los tienen más que calados. Y digo “Psicología” porque muchos austríacos han intervenido también en esta disciplina. De hecho, a la escuela austríaca también se la llama “de Viena” o “escuela psicológica” y sus orígenes se entrelazan dentro del entorno en el que nació el freudianismo: en la Viena del siglo XIX. Mises, el líder de la escuela austríaca por aquella época y Freud eran amigos y se admiraban e influenciaban mutuamente. O sea, que os podéis hacer una idea de por dónde van los tiros (y quizás os ayude a explicar en parte por qué se ha vuelto tan popular en la pro-freudiana y amante de la Psicología, Argentina). Se suele decir, cuando se tiene el día amable, que la escuela austríaca es heterodoxa… que es una forma educada en el mundo académico de decir que sus autores están como cabras hartas de comer papel.

Y ojalá sólo fueran chiflados. Como podréis comprobar en este artículo ejemplificándolo con el caso de Juan Ramón Rallo, el economista español “austríaco” por excelencia, no es tanto que estén majaretas como que tienen un interés (económico, personal, ideológico) para prodigar toda esa sarta de salvajadas y mentiras que largan.

La escuela de Austria contrastada: pseudociencia en Economía (VII): La falsedad de la teoría austríaca del ciclo económico… según Juan Ramón Rallo. Rallo contrastado. El papel de la URJC en la difusión de la escuela austríaca.

La mayoría de freudianos creen sinceramente que las chorradas de Freud son ciertas. Después de leer a los autores austríacos (los tontos radicales de sus partidarios sí que puede que se lo crean sinceramente) se nota a las claras de Miguel que lo que dicen no se lo creen ni ellos: lo dicen porque quieren justificar su defensa de los más ricos y de los que más dinero tienen. Milei quizás sea una excepción y sí se crea sinceramente lo que dice, ahora hablaremos de ello.

Yo fui uno de los pioneros en criticar y avisar de los peligros de esta escuela radical de pensamiento cuando era prácticamente desconocida para el gran público hispanohablante. Y empecé a hacerlo porque la escuela austríaca es una de las fuentes de los “argumentos” que utiliza el pseudodocumental Zeitgeist, the Movie (2007), que fue el vídeo conspiranoico (sin cursiva, ya está admitido el término por la RAE) por excelencia de su momento, en el cual prácticamente se resumían todas las conspiranoias o falsas teorías de la conspiración de por aquel entonces.

Índice de artículos. «Zeitgeist contrastado».

Repito lo de siempre: fue mi mujer, Isabel, la que empezó a criticar punto por punto el vídeo de las narices porque en él se decían burradas a troche y moche sobre Mitología, Historia de las Religiones, Lingüística (ella es filóloga y licenciada en Bellas Artes), Astronomía, Historia, etc. Ella tuvo mucha difusión con la primera parte de esa película pero cuando le pidieron que analizara la segunda parte del vídeo, que trataba sobre Economía, me llamó a mí para que la ayudara, que a fin de cuentas soy el que ha estudiado esta materia (mi especialización es Mercadotecnia)… y oh, sorpresa (para nada), cuando empecé a visionar el pseudodocumental… vi que estaba repleto de argumentaciones de la escuela austríaca e incluso en las fuentes aparecían “austríacos” tan conocidos como el difunto Ron Paul.

Esa es otra cosa que quiero dejar clara antes de seguir. La escuela austríaca, de puro radical y extremista, está interrelacionadísima con las falsas teorías de la conspiración. De hecho, ha dado lugar a muchas de ellas como la de que los bancos centrales son privados o “el dinero (el emitido por bancos centrales) es como si fuera deuda”. No es para nada extraño que te encuentres con sus “ideas” en boca de creyentes en que la Tierra es plana, en la existencia de los reptilianos, en el movimiento Q-Anon, entre los partidarios de llevar armas de fuego de gran calibre automáticas y en los seguidores de Bolsonaro y Donald Trump, etc., etc., etc.

Resumiendo: la escuela austríaca es muy extremista y un auténtico disparate en términos racionales o científicos pero tras la explosión de la crisis de 2008 y toda la miseria que conllevó ha ido creciendo en partidarios conforme el número de insatisfechos y resentidos con la sociedad iba creciendo.

Antiguamente y por “antiguo” me refiero hasta finales del siglo XX, este resentimiento social, cuando ocurría, llevaba a esos resentidos a asociarse con movimientos radicales más tendentes a la izquierda, tales como el comunismo (y sus variantes, como el bolivarianismo). Parece ser que tras la experiencia histórica con esas corrientes extremistas izquierdistas y por qué no decirlo, el cambio demográfico, han llevado a los descontentos actuales a tirar hacia el otro extremo, uno que combina cosas como populismo, ultraliberalismo, nacionalismo… y el querer ver el mundo arder.

En mis tiempos de universidad, a los radicales se les distinguía por cosas como que llevaban camisetas con la cara del Che Guevara, leían poesía romántica combativa y escuchaban a Pablo Milanés. Tras visitar el instituto de Secundaria donde trabaja mi esposa, me he dado cuenta de que a los radicales se les distingue porque llevan sombrero de felpa, camisetas con frases antifeministas o llaveros con el símbolo del bitcoin… cuando no llevan en la tablet una pegatina con un dibujo de estilo manga con SU cara.

A estos radicales partidarios de las ideas de la escuela austríaca se les denomina… bueno, se denominan ellos mismos “libertarios” por el autopercibido énfasis que hacen en la libertad individual (especialmente de pensamiento). Yo prefiero usar el término “libertarianos” o libertarians, directo del inglés para no confundirlos con los libertarios anarquistas, que al menos en España, históricamente, han tenido precedencia en el uso de la palabra. Libertarianos y partidarios de la escuela austríaca no son exactamente sinónimos dado que existe entre los libertarians el “matiz” de poder estar asociado al anarquismo (la escuela austríaca, al menos en origen, no predicaba el anarquismo sino el minarquismo: el gobierno de mínimos) pero, a efectos prácticos, se distinguen lo justito.

En honor a la verdad el número de extremistas (o a mí me lo parece) con esta… ideología no es tan elevado como lo fue en su día el de partidarios de ideologías radicales de izquierda pero hay que admitir que han conseguido una presencia o relevancia, al menos mediática, bastante similar e incluso superior. Si bien esta corriente de pensamiento economicista tiene su origen en Austria, donde son sus partidarios más numerosos es en EE.UU., donde la inmensa mayoría de los votantes republicanos (consciente o inconscientemente) han adoptado ideas o conceptos que le son propios. Desde allí, se han ido expandiendo a otros países, sobre todo algunos europeos y, muy especialmente, de Latinoamérica, a través de un nuevo fenómeno que no existía en los tiempos de auge en popularidad de las izquierdas extremas: las redes sociales.

A través de éstas se han multiplicado como hongos en condiciones favorables.

Aquí es donde entra Argentina.

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1. Argentina. Historia económica. El porqué de su actual situación.

Cuando uno estudia Economía, al menos en España, en el temario se suelen estudiar dos ejemplos, antagónicos diría yo, de desempeño económico. Uno es la historia de un supuesto éxito: Chile. El otro, la historia de un fracaso: Argentina.

Sobre Chile y su supuesto “milagro económico” no voy a repetir lo que ya dije: en este artículo tenéis una descripción larga y detallada del mismo, con datos econométricos. Resumiendo: tras aplicar una terapia de shock por parte de un grupo de técnicos economistas prolibre mercado que habían sido “asesorados” en EE.UU. (los Chicago boys) y que dejó a las clases media y pobre chilenas por los suelos y muertas de hambre, el Chile de la dictadura pinochetista acabó adoptando una postura más moderada en lo económico que, poco a poco y al llegar la democracia, aun estando dirigida por las familias “de siempre”, su economía se estabilizó en una forma que, aunque lejos del Primer Mundo, se compara positivamente con su entorno latinoamericano.

El neoliberalismo contrastado (V). Ensayo sobre el neoliberalismo.

El caso de Argentina es, resumiendo, el contrario: la historia de una involución económica. Se suelen decir de Argentina cuando se estudia su caso en Economía, dos cosas:

-Existen cuatro tipos de países en Economía: los desarrollados, en desarrollo, Argentina y Japón.

-Argentina es un caso stand-alone. Es decir, un caso único.

¿Qué tiene de “único” el ejemplo de Argentina en economía y que tanto se reseña por parte de técnicos, académicos e incluso a nivel popular? Que no hay por donde empezar. Es un “todo mal” de manual, un caso de estar bien en un momento histórico y, a partir de él, ir cuesta abajo y sin frenos. Eso mismo: la historia de una involución, de un ir a peor constante desde un punto.

Resumiendo muchísimo la historia económica de Argentina desde la independencia (¡ingratos colonos criollos!) todo empezó, obviamente, de manera muy inestable por su situación política, con tensiones internas y guerras civiles entre unitarios y federales, guerras contra sus vecinos (Brasil, Paraguay, etc.), la Conquista del Desierto, etc., pero vamos, nada que fuera muy diferente de problemas a los que tuvieron que enfrentarse otras repúblicas latinoamericanas recién independizadas. Ya en este primer tramo se empezó a ver un problema que, posteriormente, acabó siendo estructural: la deuda externa. Argentina, a diferencia de otros países, desde siempre ha estado pidiendo prestado mucho, muchísimo dinero al extranjero.

¿Y eso no lo han hecho otros países latinoamericanos? No tanto ni de tan continuo.

Pese a ello, a partir de mediados-finales del siglo XIX y gracias a una mayor estabilidad en el país, que había conquistado la Pampa, se fue produciendo un gran crecimiento económico basado fundamentalmente en la exportación de materias primas y un pujantísimo (todavía dura eso hoy algo) sector agropecuario (cereales y ganado vacuno, sobre todo; hoy en día es la soja lo más “rentable” dada la demanda del mercado asiático). Hubo un momento en el siglo XX en que a Argentina se la conocía como “el granero del mundo” y/o “la granja del mundo”. Tal fue la pujanza económica, que atrajo a un gran número de inmigrantes, la inmensa mayoría de origen italiano o español, que venían a trabajar en las estancias de las grandes familias latifundistas criollas cuando no lograban levantar ellos sus propias fincas. Se suele decir que el periodo de auge argentino estuvo entre 1880 y 1929, aunque eso varía según apreciaciones de autores economicistas: hay quien cifra los límites entre 1860-1916 y hay quien lo corta en 1930-45 y lo continúa hasta 1965. Pero todos coinciden en que la época queda clara por una cuestión concreta: la (aparente) estabilidad política. Yo no estoy tan de acuerdo con que hubiera una estabilidad política durante los años de auge económico (ahí está si no la Semana Trágica argentina de 1919) pero es cierto que, comparado con lo que vino después, fue un remanso de paz.

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La soja argentina es uno de los principales si no el principal producto de exportación argentino. Buena parte de las divisas (dólares) le entran a Argentina por la venta de esta materia prima al hambriento mercado asiático. Como resultado de la mala gestión económica, los sucesivos gobiernos argentinos, peronistas especialmente, han intentado apoderarse de esos dólares con las más diversas e intrusivas políticas, algunas de ellas rayanas en la falta de un Estado de Derecho (comentario de Isabel, mi esposa: «¿cómo que rayanas?»). Imagen: EFEagro.

Toda esa “estabilidad” terminó en los años treinta del siglo XX debido a una multitud de factores: la crisis económica mundial del 29, el auge del movimiento obrero y, sobre todo, una sucesión de golpes de Estado con gobiernos militares desde 1930 que no acabó hasta la llegada al poder de Juan Domingo Perón (y su esposa Evita) en 1946.

Peronismo

No voy a entrar en polémicas porque sé que hay mucho partidario y mucho detractor del peronismo en Argentina. Hay quien le atribuye el segundo periodo de auge económico argentino y hay quien le atribuye el sentar las bases para el posterior declive económico que todavía dura a día de hoy. Desde mi punto de vista, ambas posturas son ciertas porque no son excluyentes.

Desde España lo siento pero muchas veces no se ha sido neutral u objetivo con el peronismo. En España, tradicionalmente y por simpatía, las generaciones de edad más mayor (¡incluso muchos franquistas!) no tienen más que buenas palabras hacia Perón y, más específicamente, hacia su esposa Evita. ¿Por qué? Porque cuando España estuvo en la miseria tras la guerra civil, de los pocos países que enviaron ayuda (y esa ayuda llegó a percibirse a un nivel popular) fue la Argentina del primer peronismo. Mi difunta madre, que pasó mucha hambre de pequeña, recordaba con muchísimo cariño las ayudas en forma de latas de ultramarinos, leche en polvo, aumento de la ración de pan, etc., que llegaban desde el país austral. Aparte, Evita fue muy carismática, siempre tuvo palabras de ánimo hacia los pobres, un lenguaje muy “anti-ricos” y continuamente estaba intercediendo en favor de los presos políticos. Eso la hizo una heroína en España.

El peronismo, que continúa vigente en Argentina como fuerza política (“justicialismo”), es difícil de encasillar porque combina elementos que son aparentemente dispares: hace mucho hincapié en la lucha social, pero es muy nacionalista, tiene muchos tintes populistas, ha sido a la vez sindicalista y antisindicalista, profascista, antiuniversitario… Yo al peronismo lo veo más que como algo de izquierdas o de derechas como uno de esos movimientos populistas típicos de Latinoamérica, muy basados en el carisma de su líder y heredero directo de la tradición hispánica del caudillismo. Hay un chiste con multitud de variantes que lo resume bien:

El chófer a Perón:
-¿Dónde vamos, mi general?
-A donde siempre, pon el intermitente a la izquierda pero ve a la derecha.

Dicho eso, en España (y creo que en la mayor parte del mundo) a día de hoy y a pesar de sus anteriores lazos de amistad con el franquismo y el fascismo italiano, se considera al peronismo como más propiamente de izquierdas debido a su fuerte carácter social. Es un movimiento ideológico muy apegado (hoy día, eso ha sufrido bandazos) al sindicalismo, se precia a sí mismo de ser defensor de las clases pobres y, en lo económico, no hay discusión: es proteccionista, partidario del gasto público, de la nacionalización de empresas, de un Estado grande y fuerte, etc. Hubo una época en que Argentina fue modelo de progresismo social, con cosas que no abundaban entonces en el mundo como vacaciones pagadas, atención sanitaria aumentada, voto femenino universal, etc.

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“Retrato de General Juan Domingo Perón y su señora esposa María Eva Duarte de Perón” del artista franco argentino Numa Ayrinhac. 1948. Colección del Museo del Bicentenario.

La cuestión es que el peronismo marcó un antes y un después en la historia de Argentina. Incluida su economía.

“José María, ¿es cierto que el peronismo fue el causante de la posterior debacle económica argentina?”

Es cierto… en parte. Desde mi punto de vista, fue más “culpable” el segundo mandato peronista, el de Isabel Perón, el llamado “peronismo de derechas”. Por ejemplo, es cierto que se aumentó muchísimo el gasto público social durante el primer peronismo y que eso tendría posteriormente sus repercusiones bajo la forma de un Estado enorme difícilmente sostenible con los ingresos públicos pero con los datos econométricos en la mano, algunos problemas económicos que se le atribuyeron después como el problema de la deuda argentina en concreto, se disparó no con el primer mandato de Perón sino con la dictadura de Onganía, en 1966.

Perón fue derrocado en 1955 por un golpe de estado militar (y se exilió en la España de Franco) pero se acabaron permitiendo elecciones. Eso sí, sin que el peronismo pudiera presentarse (al menos al principio). Fue la segunda época dorada de Argentina en cuanto a prosperidad económica, bajo los mandatos de políticos de afiliación radical (liberal), ayudados por el boom mundial de la Guerra de Corea.

Este segundo periodo de prosperidad económica argentina (hay quien lo cifra desde muy últimos del mandato de Perón hasta Frondizi, Guido e Ilía pasando por el gobierno militar de Aramburu), fue el último. Un periodo muy corto, una década o poco más; apenas queda en la memoria de los más mayores. Desde entonces, lo que se ha dado es una espiral de decadencia económica cada vez más y más pronunciada.

Una nota muy importante: en literatura académica economicista, la inmensa mayoría de economistas anglosajones niegan que haya habido un segundo periodo de prosperidad económica en Argentina y apuntan que a lo que hubo fue un periodo de estancamiento económico que, dado lo que hubo antes y después, a muchos les pareció prosperidad. Pero los datos en la “cocina” indicaban lo contrario. Este retraso o “retardo” que se dice ahora es un fenómeno relativamente conocido en Ciencias Sociales: los datos macro pueden ser desastrosos pero a nivel de calle no te enteras hasta que te explotan en la cara cuando se han acumulado y son inevitables. Cuando yo estudié Historia de la Economía, en los libros españoles se la tildaba de “segundo periodo de prosperidad argentina”. Mi opinión para explicar esa disparidad de apreciaciones es que los economistas españoles (e hispanos en general) han sido tradicionalmente más permisivos o “amables” con respecto a la situación argentina debido a los lazos culturales, históricos e incluso familiares y a una especie como de percepción de que Argentina era un país próspero por defecto, que atrajo a muchos emigrantes españoles y que la situación de penuria era transitoria. Eso ha cambiado hoy en día, con periodistas económicos españoles (sobre todo de derechas y antiperonistas) que son incluso crueles con la situación de miseria en el país austral pero, insisto, por lo menos hasta la crisis argentina de 1998-2002, el tratamiento académico en España hacia la economía argentina era “suave”.

Ahora que tengo los datos macro que no tuve en su día en la facultad y que estoy más maduro en cuanto a superar sesgos cognitivos, yo me sumo a la opinión de los economistas en lengua inglesa: aquello no fue prosperidad, fue un estancamiento.

A ver, la gente cree a nivel popular que la decadencia económica argentina comenzó en un momento concreto y puntual. Yo soy de los que piensan que la historia económica de Argentina está llena de barbaridades ya desde que se independizó. Un ejemplo es la deuda externa.

Argentina ha tenido SEIS defaults nacionales y cuatro “parciales” entre 1827 y 2020, el segundo en 1890, en plena época de auge económico. Es decir, si en tu mayor momento de auge económico has tenido una bancarrota de deuda soberana… ¿qué vas a dejar para cuando seas pobre? Por poner las cosas en perspectiva, el último default español de deuda soberana fue en 1882. Desde entonces no ha habido ninguno. Y las hemos pasado putas en España en todos esos años, ¿eh?

Calviño, Adolfo R. (1993). La crisis de 1890 a través del Congreso : el estallido (1890-1891). Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

El primer préstamo de financiación externa firmado por la Argentina recién independizada fue en 1824. Se terminó de pagar OCHENTA años después, en 1903. Y costó ocho veces más de lo que se pidió.

Halperín Donghi, Tulio (2005). «III». Guerra y Finanzas – En Los Orígenes del Estado Argentino 1791-1850. Ed. Prometeo.

Una ruina.

Esos son ejemplos ilustrativos pero volviendo al estudio de la historia económica de Argentina, la cuestión es que desde los años cincuenta aquello no levantó cabeza, independientemente de que pasaran a gobernar partidos más cercanos a la derecha (los radicales). El radicalismo en Argentina tiene la característica inusual de que son formalmente liberales de izquierda pero en la práctica han incluido desde socialdemócratas a centroderechistas; en la actualidad y por contraposición a sus adversarios peronistas se les percibe más como centroderecha pero a mí en concreto me parece algo más próximo a un big tent party.

Es cierto que al principio la decadencia fue más o menos lenta (se crecía poco pero se crecía) pero ya en 1965 incluso España acabó superando en crecimiento económico a Argentina.

Ésa fue la primera gran alarma en economía.

¿Por qué? Porque Argentina ha sido, hasta el momento, el único caso de una antigua colonia española que ha logrado superar en datos macroecónomicos relevantes a su antigua metrópoli. Eso está cambiando ahora un poco con el caso mexicano, que es más que probable que nos adelanten en cuestión de PIB (o PBI como le llaman en Hispanoamérica) y ya era hora, con un mercado de ciento treinta millones de habitantes; eso sí, perdónenme pero lo tengo que decir: no envidio mucho la situación actual en México, mejora en el PIB mediante o no. Volviendo a lo nuestro, cuando los economistas vieron que aquello cambiaba, empezaron a “mosquearse” porque España, tradicionalmente, ha sido un país muy mal gestionado en lo económico. Al principio se pensó que era no porque Argentina estuviera en decadencia sino porque España estaba en auge económico (el mal llamado “milagro económico español” que con el paso del tiempo se demostró, como en el caso del “milagro chileno”, que tenía muuuuuchas sombras).

Milagro económico español

Pero todo eso se demostró como incorrecto y la decadencia económica argentina pasó de un estancamiento en los cincuenta y primera mitad de los sesenta a un derrumbe. Desde 1965, con la dictadura de Onganía, más específicamente. Y de ahí en adelante, a peor y peor, con algún débil momento de «recuperación» (el gobierno del mafioso de Ménem y el de Néstor Kirchner, ayudado por los precios de la soja en el mercado internacional) o, más bien, ilusión de estancamiento pero que ocultaban un nuevo y posterior arreón descendente. El segundo mandato de Perón y su segunda esposa Isabel, la dictadura del triunvirato, la híper con Alfonsín y el desastre de 1998-2002 hasta las terribles consecuencias del kirchnerismo y un macrismo que peleó con éste por ser aún peor gestor económico que el matrimonio K., quedan para la Historia económica. No describo pormenorizadamente estos periodos porque la mayoría de mis lectores o los han vivido o los tienen relativamente frescos en sus recuerdos de noticiarios y libros educativos. Y porque no quiero entrar en polémicas con «éste fue peor que el otro». Baste decir que me cuesta encontrar un solo buen gestor económico o alguien que, directamente, no fuera un hijo o hija de puta. Dan ganas de llorar. Características de este periodo de «decadencia rápida» o, mejor dicho, más perceptible fueron un endeudamiento masivo (interno y externo) que se legaban al posterior gobierno, un descrédito del peso como unidad contable de intercambio, descontrol de la inflación, aumento de la pobreza, etc.

De reseñar que fueron los dictadores Onganía y Lanusse los que multiplicaron la deuda soberana argentina; que con Isabel y diTella comenzaron la solicitud de ruinosos préstamos al FMI; el Triunvirato no hizo más que emitir y emitir deuda y la inflación adquirió tintes monstruosos (para distraer causaron la Guerra de las Malvinas) y la bajada de aranceles… yo no he visto una medida más imbécil en mi vida (véase el mismo caso en Chile con los Chicago boys), etc. Seguiré cuando tenga tiempo incluyendo aquí las medidas económicas o sucesos económicos más relevantes de cada periodo. Comprendan que el artículo ya se me ha hecho muy largo.

Historia económica de la Argentina en los siglos XX y XXI, de Claudio Belini y Juan Carlos Korol. Formato ebook. Editorial Siglo XXI Editores Argentina. Edición ampliada de 2020.

Pero insisto en que no busquéis UN único culpable a la situación argentina o UN momento claro y sin lugar a dudas de inicio de la decadencia económica porque el caso argentino es el mayor ejemplo que se me ocurre en Economía de “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Esto viene de muuuuuy largo en el tiempo, todos (peronistas y radicales, dictadores y tecnócratas) fueron sumando a esa situación y con ello no quiero decir sólo a políticos y gestores económicos. A estas alturas de la película TODOS sabemos o deberíamos saber que el problema argentino no es exclusivamente económico. Dado que se ha demostrado como estructural eso quiere decir que tiene una raíz cultural, de comportamiento de los ciudadanos que componen esa sociedad.

Vamos a explicar esto un poco más por más que le duela a alguno.

En Ciencias Sociales se dice de un problema que es “estructural” cuando no hay forma humana ni divina de arreglarlo. Ya se ha intentado prácticamente todo para solucionarlo y todo ha fracasado. En España ese adjetivo se suele emplear en economía para referirse, en concreto, al desempleo. Lo hemos intentado todo… y la tasa no baja de un 8,3% que se alcanzó en 2006 en pleno auge económico con la burbuja inmobiliaria. Solamente nos supera en ella Grecia… de entre todos los países de la OCDE. Eso no es ni medio normal.

Bueno, pues en Argentina, hay indicadores y situaciones que llevan en situación de problema estructural, décadas. Por poner un solo ejemplo, su divisa nacional no es apreciada por sus propios habitantes. Éstos usan dólares como divisa alternativa para ahorrar, grandes gastos, etc., y sólo usan los pesos para los gastos pequeños del día a día o si no tienen más remedio. Ya hablaremos del Banco Central de la República Argentina (el “becerra”) pero, directamente, no funciona como banco central (aquí coincido con Milei). La inflación no hay forma humana de controlarla: Argentina es, desde hace años, uno de los países con mayor tasa de inflación. La tasa de pobreza, medida desde 1992, no ha bajado del 25,2% (y el dato está en duda porque es de la época de la intromisión en las estadísticas del gobierno de Cristina Fernández). Y en cuanto a la deuda externa… Mira, vamos a dejar de hablar de momento.

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Son demasiados indicadores y a unos niveles demasiado “malos” como para ver que esto no es un problema meramente económico sino “total”.

Llevo años desde que me decidí a divulgar en materia de Ciencias Sociales en los que me han preguntado docenas de veces que cuáles son las soluciones para la situación económica argentina. Y, claro, me lo preguntan para ver si desde un punto de vista técnico se puede solucionar la cosa. Hasta los años noventa yo diría que se podría haber intentado. Hoy te digo que la situación no tiene solución. Por más que yo me ponga a hablar de “dolarización”, “sacar a los políticos y meter técnicos independientes”, reducción del aparato estatal no productivo, etc., nada de eso va a suponer una solución por sí sola y, de hecho, su aplicación va a causar un shock de agárrate y no te menees.

Ejemplos. En los años noventa y anteriores yo habría recomendado cosas como cambiar de moneda propia usando OTRA propia, como un “lavado de cara” o “borrón y cuenta nueva” a ver si cuela de manera psicológica como en los cambios de apariencia, formato y etiquetado en las bebidas azucaradas (truco muy de Marketing). Pero ese truco ya se gastó con el austral, no se aprovechó bien. Yo habría recomendado una prudencia a la hora de mantener el tipo de cambio con un crawling peg decente; como no se hizo por motivos electoralistas se recurrió a la dolarización pero es que ese truco, que es muy desesperado, ya se ha gastado (ahora recomiendo -y mira que va a ser dolorosa una dolarización total, pero la veo altamente difícil de aplicar). Yo habría recomendado gasto público para reactivar el consumo interno Y DESPUÉS PARAR, que es algo que hacemos en los países europeos a veces pero de manera temporal. Pero es que Argentina no para. Y ya puestos, ¿cómo financia ese gasto? Imprimiendo dinero de divisa propia. ¿Consecuencia? Inflación que te crió. El aumento en gasto público debe ir destinado a reactivar el consumo y crear beneficios prácticos… no a contratar a innumerables funcionarios de más que dudosa utilidad que luego son tus votantes y estómagos agradecidos («ñoquis«, ago así como «funcionarios enchufados»). Las nacionalizaciones hay que hacerlas con cabeza, puntuales y si proceden. Si asustas a los inversores con ellas, no vas a obtener financiación ni, quizás, ayuda técnica. El banco central no está para financiar al Tesoro y si no encuentras financiación de otra forma, te jodes como Herodes y no gastas que te vas a cargar la economía del país con la inflación, mongolo.

Por decirlo de forma más clara y relacionado con la victoria de Milei en las PASO… en Argentina se ha llegado a un punto en que es más fácil echarlo todo abajo y empezar de cero que seguir “parcheando” el camino, postergando lo inevitable.

Porque ésa es otra de las características constantes de la historia económica argentina: la procrastinación de las soluciones (y, por tanto, la lentitud en y el alargamiento de la decadencia económica durante décadas y décadas).

En Argentina, por usar un símil futbolístico, llevan dando patadas hacia delante al balón desde los años treinta. Eso es muuuuuucho postergar. De hecho, demasiada suerte han tenido en Argentina logrando llegar hasta aquí sin tener que meterle fuego al país para empezar de cero (y quizás la razón de por qué se ha abusado tanto de la patada hacia adelante: porque cuela; en Europa no hemos tenido, afortunadamente, esa “suerte”). Un ejemplo es la deuda externa. Los números son tan ATROCES y dado que de todas formas no tienes acceso a la financiación en los mercados internacionales, que yo recomendaría causar una bancarrota adrede. Decir “lo siento” y dejar de pagar. Tal cual. A ver si llorándole al FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el emirato de Qatar se me ablandan y me perdonan o esperan otro siglo a cobrar. Lo dudo. El FMI de Lagarde concedió a la Argentina de Macri el préstamo más grande de su repajolera historia. Es demasiado dinero.

Más de uno que me lea se estará preguntando: “pero, José María, ¿tú no eras un economista progresista? ¿De verdad estás recomendando meterle fuego a todo y empezar de cero? ¿Te han secuestrado y un ultraconservador se está haciendo pasar por ti?”

No, si yo sigo siendo izquierdista, progresista y me duele el destino de las personas que sufren… Pero es que, a ver si lo acabáis de entender: el caso de Argentina es tan, tan, TAN radical, tan extremo, tan único, que no tengo más remedio que decir que no tengo soluciones. ¿¿¿Qué hago yo (o cualquiera) con esos números??? Argentina está más allá de la salvación económica, está a las puertas de ser Venezuela 2.0. Por lo menos está más allá de una salvación económica sin dolor extremo.

Mira que odio a muerte las terapias de shock económico. Ahí está mi artículo sobre Chile, por ejemplo. Como una quimioterapia superagresiva, que te puede matar incluso, sólo se la recomiendo a enfermos terminales. Y Argentina está en esa situación.

“Pues a mí no me lo parece. La gente sigue yendo a comer pizza a La Mezzetta, y veo gente acudiendo a los conciertos y a animar a Boca a sus partidos”.

Eso mismo, te lo parece A TI. Los números son los que son. Y lo vuelvo a repetir y que es quizás una de las claves si no la clave por la cual Argentina no ha reventado hace tiempo: la decadencia económica es taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan lenta de resultas de patear el balón hacia delante que a muchos se les hace que la cosa está mal pero no es para tanto.

“Al menos no estamos a un nivel africano”.

Pues no busques solucionar la cosa, entonces. Espérate a llegar ahí sobre los 2030 o 2040 y luego me lo cuentas, ¿no te jode? Más de un venezolano que lea opiniones así se estará cagando en los muertos de los que las expresan.

“Pero es que no veo que esto termine de reventar”.

Ni lo vas a ver. Ya se demostró hace tiempo en Ciencias Sociales que para que una economía se destruya totalmente se tienen que dar causas MUCHO más graves que aquellas en las que está ahora mismo Argentina, como un cambio climático o una guerra genocida (como la Guerra de la Triple Alianza). Véase la obra de Jared Diamond, por ejemplo. Es decir, llegados a determinado nivel tecnológico-cultural, es IMPOSIBLE que una sociedad caiga (en economía o simple supervivencia) por debajo de determinado límite. Ni tan siquiera Venezuela o Cuba han reventado. Es decir, no esperen ver a una Argentina donde la gente desaparezca tras haberse muerto de hambre por las calles con los huesos marcados en la piel y donde las ciudades queden sepultadas tras la maleza y la arena de la Patagonia, al estilo maya. NO. Argentina tiene suficiente tecnología y know-how como para no tener que pasar hambre física (y por no hablar de que está en un entorno globalizado, no es una sociedad aislada). Esas hecatombes son propias de sociedades tribales o feudales y más o menos aisladas, como las de Rapa-Nui o los vikingos de Groenlandia, que sí desaparecieron o se empobrecieron al máximo sin poder hacer nada al respecto. Además, y se ha reseñado esto mucho por parte de economistas y observadores técnicos extranjeros: al entorno físico del país no le sucede nada que augure una hecatombe física. No hay desertificación grave, no hay grandes terremotos, se sigue pudiendo cosechar, etc. Si hay hambre en Argentina desde luego NO es por culpa del entorno. Sino de la gestión humana.

P.D.: cuando digo «Argentina tiene suficiente tecnología y know-how como para no tener que pasar hambre física» me refiero a la sociedad en conjunto, no a que no vaya a haber argentinos que pasen hambre («inseguridad alimentaria») o la vayan a pasar. De hecho, por definición técnica de diversos organismos, el 44% de la infancia argentina YA pasa hambre.

De lo que se trata es de reconocer que la situación argentina es lo suficientemente grave como para tomar medidas drásticas si se quiere solucionar porque aunque la sociedad argentina no esté condenada físicamente, sí está sufriendo mucho y más que va a sufrir en una lenta espiral de entropía económica y social. ¿Pueden los argentinos seguir en esa espiral continua? Siglos, si quieren. Pero, sinceramente, creo que merece la pena dejar de sufrir tanto e intentar hacer algo.

Además, por mucho que aún queden optimistas en el país, es obvio, y las últimas PASO así lo han demostrado… que los argentinos están hasta los cojones de la situación en su país.

Un outsider de ideología radical, el “austríaco” Javier Milei, ha ganado contra todo pronóstico las PASO. Éste es el candidato más cercano al “voy a hacer arder el mundo” que se ha visto nunca en Argentina.

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2. Javier Milei y los populistas de tipo libertarian.

No creo que Javier Milei necesite de mucha presentación a día de hoy pero voy a resumir un poco quién es porque es relativamente desconocido en España.

Javier Gerardo Milei (Buenos Aires, 22 de octubre de 1970) es un economista, político y docente argentino, líder del espacio político La Libertad Avanza. Comúnmente es definido por medios de comunicación internacionales como un político de extrema derecha, en tanto que medios nacionales argentinos y consultores políticos de ese país lo describen como de «derecha libertaria». Es seguidor de los postulados formulados por los economistas de la escuela austriaca, y se autodenomina como «anarcocapitalista en la teoría», «liberal-libertario» y «minarquista en la vida real», aunque varias de sus posiciones políticas han sido descritas como conservadoras o ultraconservadoras.

Sacado de su entrada en la wikipedia en español.

Javier Gerardo Milei (Buenos Aires, Argentina, 1970) es un economista, escritor, docente, presentador de radio y político argentino. Licenciado en Economía, con posgrados en teoría y ciencias económicas. Está asociado con la filosofía política liberal y la escuela austríaca de pensamiento económico.

https://www.libertaddigital.com/personajes/javier-milei/

Anarcocapitalista, ultraderechista, minarquista, ultraliberal doctrinario. El economista Javier Milei revoluciona la política argentina y crece en los sondeos con un combo de ideas difíciles de clasificar. ¿Qué tiene Milei en la cabeza? Los políticos son “ratas” que forman una “casta parasitaria” que solo piensa en enriquecerse; el Estado debe dedicarse solo a la seguridad y la justicia; la venta de órganos es una transacción comercial consensuada y el aborto supone un problema de derechos de propiedad; los “zurdos de mierda” mataron a millones de personas durante el siglo XX; lo peor que le pasó a Argentina es el peronismo en su versión kirchnerista. Milei lanza ideas como granadas, espera que estallen y pesca entre los cadáveres. Su discurso seduce a un votante sub 30 que vivió la crisis del corralito de 2001 siendo niño y está harto del estancamiento económico, la falta de oportunidades y, sobre todo, de los políticos.

Fuente: El País.
https://12ft.io/proxy?&q=https%3A%2F%2Felpais.com%2Fargentina%2F2023-03-28%2Fjavier-milei-el-politico-argentino-inclasificable.html

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A la derecha de la imagen, Javier Gerardo Milei (n. en 1970 en Buenos Aires), haciendo sus típicas muecas y gestos cuando posa, junto a su amigo Santiago Abascal, presidente del partido ultraderechista español Vox. Fuente: diario español VozPópuli. Milei es firmante de la Carta de Madrid, la iniciativa auspiciada en octubre de 2020 por la Fundación Disenso (creada por Vox y que agrupó las firmas de muchos políticos de tendencias similares, como Meloni, Kast y Bolsonaro) «frente al avance del socialismo a ambos lados del Atlántico y por la protección «del Estado de Derecho, el imperio de la ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad privada» frente a aquellos que, ayudados por las redes izquierdistas del Grupo de Puebla y del Foro de Sao Paulo, «tratan de socavarlos». Fuente: foromadrid.org

Lo dicho: parece que todo el mundo coincide. Javier Milei es un outsider de la política argentina que ha venido a reventarlo todo o a revolver el escenario político argentino, tradicionalmente dividido entre peronistas (izquierda) y radicales (más a la derecha). Es el candidato troll, alguien que promete si no solucionarlo todo con medidas radicales, como mínimo, meterle fuego al país (hablando de manera figurada). Es muy raro e inusual que este tipo de candidatos políticos tan extremistas lleguen tan lejos pero hay que entender que los votantes argentinos, hartos de que nadie les solucione nada durante décadas y décadas y en el contexto de una crisis económica sempiterna, agravada por la crisis de 2008, la pandemia, la inflación, etc., han decidido que prefieren ver el mundo arder a seguir como están.

Milei es la versión argentina de esta oleada de políticos populistas, histriónicos y con un deje payasesco pero con más mala leche que un cepo enterrao, que se han aprovechado del descontento en sus sociedades tras la crisis de 2008 para llegar al poder prometiendo soluciones extremas o, dato muy importante e insisto, echarlo todo abajo. Bolsonaro en Brasil, Bukele en El Salvador, Salvini/Meloni en Italia, los candidatos brexiteers en Reino Unido o, el más conocido, Donald Trump en EE.UU., forman parte de esta oleada de descontento. En España lo más parecido es el partido político Vox el cual, por cierto, festejó como propia la victoria de Milei (quien fue firmante de la Carta de Madrid). De hecho, Milei es admirador reconocido de Bolsonaro y Trump y alguien muy cercano a Abascal y al chileno Kast. Todos estos partidos, movimientos políticos y figuras políticas comparten numerosos elementos (no todos), los más reconocibles:

-Populismo.
-Nacionalismo (étnico, incluso).
-Antiglobalización.
-Ultraliberalismo en lo económico (muchos, si no todos se inspiran en la escuela austríaca).
-Seguimiento de las falsas teorías de la conspiración (niegan especialmente el calentamiento global).
-Liderazgo carismático irreverente y soez.
-Falta de respeto por los derechos civiles (muy especialmente los adquiridos por la mujer a través de la lucha feminista).
-Aun siendo defensores de los intereses de los más ricos se presentan como “antisistema”.
-Partidarios de poder portar armas de fuego.
-La mayoría (si no casi todos) son antiabortistas.
-Muchos de ellos son pro-Putin (Vox es una excepción… ahora).

Como podéis ver, la inmensa mayoría combina elementos de extrema derecha conservadora y extrema derecha libertaria. Esto es mi opinión personal y puedo equivocarme pero observo que esos movimientos tienden más al conservadurismo en Europa y al libertarismo en las Américas.

Bueno, pues estos son los antisistema de esta época como lo fueron los ultraizquierdistas antiglobalización en los noventa y principios de los dosmiles.

La cuestión: nadie daba un duro por Milei como candidato a la presidencia argentina hasta que ganó las PASO del 13 de agosto de 2023 con su partido La Libertad Avanza (LLA), con más del 30% de los votos. Los españoles no saben lo que son las PASO (yo sí, hice mucho dinero en las anteriores apostando contra el peso argentino porque acerté al adivinar que iban a ganar los peronistas, derrumbándose su valor los días siguientes), así que lo explico: son unas primarias, al estilo de los caucus de los EE.UU. A efectos prácticos, sirven para reducir el número de candidatos a la presidencia por cada fuerza política, dejando sólo uno por formación política… y como un gigantesco sondeo que ayuda a predecir cuál va a ser el resultado de las elecciones. De ahí su importancia porque si Milei ganó las PASO eso viene a decir (no es obligatorio pero sería lo lógico) que va a ganar las elecciones presidenciales si sus oponentes no mueven el culo, y bien rápido.

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Javier Milei regodeándose en su victoria en las PASO del 13 de agosto de 2023. Fuente: diario Clarín.

El programa político de Javier Milei o, más bien, sus variopintas declaraciones sobre qué va a hacer si llega al poder dibujan un panorama de locos. El “Peluca”, como es cariñosamente conocido por sus seguidores porque no se peina (él dice que le peina «la mano invisible de Adam Smith»), promete desde una dolarización total y políticas neoliberales (¡dijo que Carlos Ménem fue el mejor presidente de la historia argentina!) a eliminar el Banco Central, permitir la libre portación de armas, niega el calentamiento global, quiere privatizar las empresas públicas, aplicar los vouchers en educación, etc. El paquete (casi) completo de un trumpista. Personalmente le alabo su postura sobre la libre sexualidad pero me ha decepcionado su postura sobre el aborto, la verdad. Tradicionalmente el libertarismo más antiguo ha sido más proabortista pero dado que el no al aborto es una bandera emocional de los conservadores y éstos votan (y los proabortistas de todas formas NO van a votar a los libertarianos), que la inmensa mayoría de libertarians también rechazan el derecho a abortar.

Bueno, yo doy por hecho que va a ganar.

“Ah, entonces, José María, tú que eres zurdo estarás deseando que fracase, ¿no?”

Nope. No sólo eso sino que espero que tenga éxito.

“¿¿¿QUÉ???”

1. Lo vuelvo a repetir: la situación argentina es TAN extrema que creo, sinceramente, que necesita de soluciones radicales. Al menos, en algunos aspectos, como la política monetaria.

2. A mí me preocupan las personas, no las ideologías. Y por mucho que le pese a periodistas como Jiménez Losantos, los argentinos incluidos los peronistas son seres humanos (a los que les gusta mucho el fútbol y el Fernet pero seres humanos al fin y al cabo) y yo no puedo desearle el mal con regocijo a unas personas sólo porque la mayoría se vea obligada a votar al candidato más extremista, y que va a dirigir sus destinos. Bueno, mejor dicho: por mí te puede atropellar un camión cargado de ferralla, Milei, pero salva a tu pueblo. Cúrratelo, cabrón. Demuestra que eres mejor que lo que ha habido hasta ahora. Nota: cuando uno echa la mirada atrás… se da cuenta de que por la Casa Rosada ha pasado cada hijo e hijA de puta que mucho me temo que Milei NO va a ser lo peor que pase por ella. Quizás me equivoque pero ahí lo dejo.

Yo me mojo. Apuesto fuerte en este caso, lo sé.

3. Esto es ya de mi interés personal: soy un científico social y ardo en deseos de comprobar si esas ideas y políticas van a funcionar en un entorno que es propicio para que funcionen. Ustedes no me ven en mi casa pero ya tengo lista la libreta y la calculadora. Las series de Netflix van a ser una misa dominical al lado de lo bien que me lo voy a pasar. Estoy como un chiquillo con zapatos nuevos.  ¡¡¡Vamos, «Peluca»!!! ¡¡¡Viva la libertad, carajo!!!

Y oye, que no tengo empacho en decirlo: si alguna de esas ideas o políticas (yo comparto alguna) funciona, me alegraré y así lo reconoceré. Yo quiero saber la verdad, acercarme al conocimiento de la realidad, no “acercar” la realidad a mi ideología. Creo que es la forma más racional, más científica y más honesta de actuar.

4. El problema es que tengo sentimientos MUY encontrados. Porque por una parte quiero, como “científico social”, experimentar pero, por otro, siento muchísimos remordimientos por esa ansia o morbo científico porque SÉ (no intuyo, sino que sé) que la aplicación de esas recetas e ideas de la escuela austríaca, tengan éxito o no van a equivaler a poco menos que diseccionar a los argentinos como ratas en un laboratorio para examinar su interior. Les espera un despellejamiento en vivo y en directo. Y no lo decimos por decir. Es que, salvo excepciones muy concretas de aspectos concretos, allá por donde han pasado estos libertarians han dejado un reguero de destrucción y lamentos a su paso.

Vamos a dejarlo claro: en Italia no quedaron muy contentos con Salvini. En Brasil se formó tremenda tangana con un cuasi golpe de Estado y la supuesta prosperidad económica que iba a traer Bolsonaro ni está ni se la espera, más aún comparándola con la prosperidad del periodo del corrupto de Lula que sería un corrupto pero por lo menos trajo prosperidad y no sólo problemas. En el Reino Unido es un “clamor silencioso” de caras sonrojadas que el Brexit fue el mayor fracaso de la política británica en más de un siglo y la inflación consecuente los está devorando. No es que no haya habido alguna excepción como la política de seguridad policial de Bukele en El Salvador (lograda a sangre y fuego y cargándose el Estado de Derecho) o el plantarle cara a China de Donald Trump pero es que los “logros” de esta oleada de radicales son, en general, muy pocos, traídos con grandes sufrimientos… y no justifican la cantidad de problemas que han añadido. La división social, una de ellas. Y sus logros económicos son… parcos por no decir ninguno. Una vez más, la excepción está en El Salvador con su dolarización (lo del bitcoin ha sido un fracaso lo quieran ver o no). Y relacionado también con el país centroamericano. La regla de oro parece ser que cuanto más en la mierda está un país, tanto más tienden a funcionar estas recetas radicales o, mejor dicho, a acertar en aspectos muy concretos. De ahí mi interés por su posible aplicación en la Argentina.

A ver, obviamente alguna de esas políticas sabemos que tienen muchos visos de funcionar como, por ejemplo, la dolarización, que ha tenido un relativo éxito en países como Ecuador u, otra vez, El Salvador. Pero, con todos mis respetos esos son países muy pequeños con economías muy reducidas que se pueden permitir el experimentar con ello. En Europa tenemos los ejemplos de Kosovo y Montenegro que usan el euro y los demás ni nos enteramos de que lo usan. Más que países pequeños son comunidades de vecinos grandes. Y vamos admitirlo: dolarizar El Salvador lo hago yo con la punta del miembro viril. Dolarizar la Argentina de hoy, con esa inmensa masa circulante en pesos para cambiar… Uffff… Milei tiene muuuucho trabajo por delante.

Nota: la dolarización conlleva otro objetivo de Milei: la «destrucción» del banco central. Obviamente, al tener una moneda que se emite y controla desde el extranjero… no se necesita un banco central. En España, que tenemos el Central Europeo, el antiguo Banco de España poco más que ha quedado como ventanilla donde comprar bonos estatales y como entidad de estudio econométrico. En el caso argentino y si no va a emitir más deuda, casi que pueden cerrarlo y vender el inmueble ése que está en Reconquista, 266 de Buenos Aires. Destruirlo del todo no creo que pueda pero sí que puede minimizarlo muchísimo.

Si Milei tiene éxito creo que, como mucho, se quedará a un nivel parecido a Bukele. El problema es que dado que pretende aplicar una terapia de shock al estilo de los Chicago boys chilenos, a lo que más que puede aspirar es a que no lo cuelguen del Obelisco de Buenos Aires. En fin, el tiempo dirá.

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5. Hay otra razón egoísta por la que quiero que Milei tenga éxito. No me gustaría ver un tsunami de refugiados económicos en España e Italia si no tiene éxito o si la situación empeorase mucho. Ambos países y ambos en la Unión Europea, a los que muchos argentinos tienen derecho a entrar por lazos de sangre, no están en situación de recibir grandes cantidades de inmigrantes de sopetón. Nuestros mercados de vivienda, de empleo e infraestructuras ya están tensionadísimos con toda la inmigración que recibimos (legal e ilegal). Joder, la cuarta parte de la población argentina tiene abuelos españoles.

Además, yo no quiero que nadie tenga que emigrar forzosamente de su país y menos, si a ese país (el entorno físico) no le pasa nada. Argentina, físicamente hablando, es más que capaz de alimentar y sostener a su población.

“¿Crees que la situación pueda ir a peor con Milei?”

Sí, también. Hay mucha gente en la Argentina, sus partidarios sobre todo, que dan como uno de los “argumentos” más sólidos para votar a Milei que “Total, a peor no se puede ir”, “¿Qué nos puede pasar? ¿Que nos despeinen?”*

Falso.

La Ley de la Entropía nos demuestra que SIEMPRE se puede ir a peor. Siempre.

Entropía

Y no hace falta recurrir a la Física. Tenemos recorrido histórico en la Humanidad de sobra como para saber eso. Yo mismo pertenezco a un país donde sabemos de guerras civiles destructivas, por ejemplo. Ustedes dicen en Latinoamérica que pocos lo han pasado peor. Nuestra guerra civil y la Segunda Guerra Mundial en Europa deja a vuestras guerras y conflictos en peleas de barrio. Aquello fueron auténticas catarsis que creo que, salvo excepciones como la Guerra de la Triple Alianza, han “faltado” en Latinomérica, más dada a conflictos (bélicos y sociales) menos “fuertes” pero mucho más alargados en el tiempo. Creo que ése es otro factor que diferencia a Europa de Latinoamérica y que explica muchas posturas económicas: todo se intenta solucionar «alargándolo en el tiempo» en vez de enfrentarlo cara a cara aunque conlleve… eso mismo, una catarsis.

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Resumiendo:

Aunque pueda parecer contradictorio porque lo dice mi persona, que soy un progresista declarado, me gustaría que Javier Milei ganara las elecciones presidenciales en Argentina.

Creo que la situación argentina es lo suficientemente extrema como para que algunas de sus propuestas (algunas basadas en la escuela austríaca) tengan visos de funcionar.

Tengo, como científico social, mucha curiosidad por saber si van a funcionar y/o cómo va a evolucionar la situación económica argentina con ellas.

Milei me hace gracia con esas piruetas, disfraces y ese lenguaje mitad de profesor mitad de barra brava. Me cae simpático. Creo que esa simpatía no me va a durar mucho en cuanto empiece a gobernar (si lo hace).

Mi predicción es que, si bien algunas de esas ideas pueden funcionar (creo que la política monetaria de Milei no es tan descabellada dado el contexto), funcionen o no los argentinos las van a pasar putísimas con el shock económico.

En fin…

Mucha suerte y muchos ánimos desde el otro lado del Charco. Van a necesitar de todo eso en grandes cantidades en breve.

Gane o no Milei.

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Addendum 21/10/2023.

A ver, después de haber redactado el artículo, hay quien ha entendido que yo votaría por Milei. A lo que respondo: ni borracho hasta arriba de anfetas con una pistola apuntándome a la cabeza haría yo eso.

A ver si entendemos lo que he escrito: he dicho que entiendo (pero no comparto) por qué millones de personas van a votarle, que entiendo el contexto de penuria, de crisis económica, etc., que empuja a muchos argentinos a votar por la opción «quiero ver el mundo arder». ¡Pero que yo no lo haría! Yo quiero que Milei gane no porque simpatice con él ni muchísimo menos. Yo estoy en el extremo político e ideológico contrario. Como llegue al poder, eso tiene toda la pinta de ser un desastre. De otro tipo diferente al desastre presente, pero también un desastre.

Y me mojo y pongo un ejemplo. Yo, de ser él, y con la teoría austríaca en la mano, NO PAGARÍA LA DEUDA CON EL FMI (ni la interna). A tomar por culo. Eso es lo que dice la teoría austríaca, de hecho: que quiebre quien tenga que quebrar, sin asistencia del Estado y que se reequilibre el mercado él solito.

¿Pues no va el colega y dice ahora que la va a pagar?

https://www.infobae.com/economia/2023/08/18/javier-milei-le-prometio-al-fmi-que-si-es-presidente-va-pagar-la-deuda-y-que-no-habra-default-con-los-acreedores-privados/

¡Y que no habrá default con los acreedores privados!

Me está pasando con Milei lo mismo que con la ultraderecha en Europa: que promete que va a echar a los inmigrantes y cuando llega al poder… ¡no lo hace! ¡Porque no quiere o no puede!

Y es que ése es el drama del economista austríaco como es el drama de todo radical: que prometen echarlo todo abajo pero luego, no lo hacen o porque al llegar al poder se dan cuenta de que les interesa seguir adelante (se está muy cómodo en el sillón del poder) o porque, sencillamente no puede.

¡Coño! Si yo votara «facha» sería para que me hiciera cosas de «facha»! Si votase a un «austríaco» es para que descuajaringara el sistema económico vigente y empezara de cero. No para que siga haciendo lo mismo o más o menos que el de antes. ¡Si precisamente se vota a un extremista es para que haga cosas extremas, para que pueda hacer cosas que un mainstream no puede!

Regla para la vida: por eso no voto nunca extremista. Pongo un ejemplo con el extremismo «facha»: que aunque prometa el oro y echar al moro al final no sólo no lo cumple sino que te viene con el paquete del «todo incluido» de homofobia, corrupción, privatizaciones mal hechas, ultranacionalismo, autoritarismo, racismo, eliminación de derechos sociales, etc., etc. Para ese viaje no hacen falta esas alforjas.

Resumiendo: que YO no votaría por Milei ni loco. Pero que me gustaría que ganara para ver cómo se desempeña su teoría económica austríaca en un entorno que, en principio, favorecería su aplicación. Lo mío es curiosidad científica social como estudioso de la Economía. Pero, ¿que Milei va a ser un desastre? Eso lo saben hasta los pigmeos de Botswana, hombre. Y lo peor de todo, es que va ser un desastre incluso incumpliendo su propia teoría económica.

Esperaba más de él como radical extremista, la verdad.

Ya me estoy decepcionando y todavía ni ha llegado al poder.

*Isabel me ha pedido que deje unas breves palabras con SU opinión:
Estoy de acuerdo en que Argentina está tan mal gestionada que dejar de gestionarla en lo económico sólo puede ser una mejora porque el banco central de los EE.UU. (la FED) nunca lo va a hacer tan mal como el argentino… ni queriendo. Ahora bien, me preocupa mucho el asunto de las armas porque si hay algo peor que ser pobre es ser pobre y aguantar tiroteos a diario. Que ahora lo mismo los tienen, pero que no es lo mismo una escopeta que un AR-15 automático. Argentinos, que la suerte esté de vuestra parte porque lo que son los números…