Clásico periplo de los ricos: un estafador real retirado huye de su país con el botín
El 3 de agosto de 2020, el rey retirado Juan Carlos de España (coronado 'emérito' en 2014 por la gracia del ministro Rajoy), que fue colocado en el trono por la sola voluntad del dictador Franco, huyó de su país y de la justicia acusado de corrupción, malversación y blanqueo de capitales. Su abuelo Alfonso XIII ya había huido del país que lo vio nacer en 1931, exiliado en un palacio de la Roma de Mussolini, bajo la presión de los republicanos españoles.
El nieto de Alfonso afirmó que se expatriaba para no "interferir en la labor" de su vástago Felipe VI, actual rey reinante desde la abdicación de su padre. Alfonso XIII se había unido a la Italia fascista, donde nacería su ilustre hijo en 1938 (este verano se susurró que podría depositar sus maletas en Portugal o en la República Dominicana). Un periodista de televisión (Jordi Evole) se burló de la posibilidad de que el fugitivo real aterrizara en una república. Desde entonces, el matón coronado ha confiado en cambio en sus colegas de Abu Dhabi, emires, multimillonarios y delincuentes mundiales.
Para simplificar la información y subrayar las trayectorias históricas, es necesario repetir que Franco asesinó a la República Española en 1939, tomó bajo su ala paterna al futuro Juan Carlos y restableció por las armas la monarquía borbónica, que había sido liberada por el pueblo en 1931.
Dos días después de la muerte del Caudillo (20 de noviembre de 1975), Juan Carlos I se sentó en el frío lugar de su padrino, con la unción de la galaxia huérfana de Franco. Dos años después, sería coronado definitivamente y tomaría las riendas del país, esta vez con la reverencia de los partidos de derecha y de las izquierdas socialistas y comunistas (Pacto de la Moncloa, 1977), para dirigir la "nueva democracia" desde el más alto sillón del Estado.
La monarquía querida por el dictador se hundió en el escándalo de la corrupción y el blanqueo de dinero; la hija del matón real, princesa y hermana del actual rey Felipe VI, también había metido las manos en pesetas, dólares y euros al margen de la legalidad. Sin duda, es el momento de reflexionar sobre el régimen nacido en las ruinas del franquismo...
La historia tiene a veces unos giros deliciosos: España acaba de vivir el desenlace provisional de una estafa política e histórica, el fin de un curso pseudodemocrático, con la penosa huida del sucesor del generalísimo dictador. Juan Carlos I se une así, por así decirlo, a la inmensa cohorte de exiliados españoles: siempre que alguna asociación memorialista le asegure su benevolencia...
Más seriamente, el hecho de que estas familias, engordadas y decoradas como árboles de Navidad, estén por encima de las vastas poblaciones, como cremas de competencia, expertos en asuntos sociales y políticos, tejas indispensables, culturas inéditas y superiores, sean insustituibles y se paguen sobre las espaldas de la bestia populosa y su sociedad, parlamentaria o no, es una idea de genio. Se impone a todos los bribones y a los pobres de espíritu, a la gente de paño y a la gente de armas, a los foutriquets y a los devotos, a la gente buena y a la gente mala... Es una miserable prestidigitación histórica que dura -hay que decir lo obvio al fin- y que está llena de rufianes afortunados, de ladrones, de hábiles manipuladores, de una secta de fin de carrera que no tiene fin...
Lo que se aplica a España se aplica igualmente al Reino Unido, a Bélgica, a Tailandia o a los países escandinavos, sea cual sea la calidad humana de los actores y actrices que los interpretan: la historia de estos payasos coronados comenzó con golpes de fuerza, tomas de posesión abusivas y actos a menudo criminales. Los numerosos sistemas parlamentarios de las repúblicas del mundo se han acercado a direcciones autoritarias, incluso brutales, donde la corrupción se esconde detrás de las finanzas y/o la fuerza armada. Se dice.
"El rey está desnudo", como hace decir a un niño Andersen en su cuento El traje nuevo del emperador; por tanto, debe bajar de su ridícula silla: los absurdos y cutres espectáculos de las monarquías no son más que una vieja y vasta estafa y un atentado a la inteligencia de la humanidad.
NB. - Andersen solía decir a todo el que quisiera escuchar que su cuento estaba inspirado en una historia española.
Serge Utgé-Royo, Confinamiento de otoño 2020
Traducido por Jorge Joya