Convocando a un artículo difunto

Me presento: soy un mero fisgón veterano de menéame que ahora, cuando me decido a contestar a un compañero en su artículo, y una vez redacto mi respuesta y consumo mi registro... me encuentro con que dicho artículo ha sido descartado. ¡Demonches! Vale, pues propongo uno nuevo aportando esa respuesta al compañero y expresando mi opinión al respecto, sin ánimo de polemizar y esperando no vulnerar ninguna de las normas de la casa. Dicho artículo versaba sobre el espinoso asunto del retardo del "orgazmo" femenino en función a cierta posición "inadecuada" de su clítoris, sobre lo que se preguntaba si habría alguna explicación biológica al asunto. Como creo que la hay procedo aquí a aventurarla.

A ver, por partes…

Primero una premisa PURAMENTE biológica (para continuar leyendo desactiven sus prejuicios). El secso, conforme ya declara madre Naturaleza, es un mecanismo habilitado para la reproducción; de manera que lo importante “biológicamente” es la propia reproducción, en tanto el secso es solo el vehículo implementado para garantizarla. En estas circunstancias comprenderéis que al macho de nuestra especie le basta con soltar lo suyo y a otra cosa mariposa, de tal que su diseño “secsual” se ajusta y se limita a una “rápida y efectiva satisfacción”. Suéltalo ya y corre campeón... Su función ya la ha cumplido y no tiene nada más que aportar hasta que reponga su carga genésica a la par que el caudal de su deseo. Pero… ¿pero y la hembra? Contando con que estos mecanismos evolutivos de la especie se han desarrollado para asegurar la reproducción, como en todas las especies, la tal Evolución tuvo a bien “dificultar la satisfacción” de la hembra con la maquiavélica finalidad de “dejarla con ganas”. ¡Oztias, qué mala leche! ¿Y eso por qué? Pues mira, además de por malvada e insensible (una jabrona, vaya...), la Evolución perseguía dejar así a la hembra "caliente y receptiva" a nuevos requerimientos del mismo o de otros machos que volvieran a aportar nueva carga genésica (recordemos: quedando a su vez “satisfechos, cumplidos y desfondados al momento”), multiplicando así las probabilidades de engendrar. Como veis, todo atado y bien atado. ¿A que está muy bien pensao? Vamos, que si no lo logra Baldomero siempre queda el calvo y luego el butanero. Vemos así que la desalmada Evolución, bajo pretexto de facultar la supervivencia de casi cada especie, primó para la hembra asegurarle la preñez escatimando su acceso fácil al orgasmo, dosificando este, retardándolo y manteniendo así las "ganas" de la hembra a fin de fomentar que insistiera e insistiera. Se diría que hizo de ella una buscona, pero qué jabrona ¿eh? Pues eso hizo ignorando por demás el daño irreparable que pudiera causar dicha conducta a su reputación. Sí, en efecto, la Evolución es una turbia tiranía. Pero tranquilos, ya lo estamos corrigiendo, es cosa de afinarlo un poco. Claro, que en su defensa podríamos decir que en el caso de las hembras dicha limitación al consumo de placer fue un efecto colateral e involuntario, la Evolución en el fondo es inocente, ella viene discurriendo ajena a nuestra adopción de esos preceptos religioso-morales (impudicia, castidad…), socioculturales (fidelidad, monogamia, justicia de género…) y lúdico-festivos que lo desvirtúan todo, estos no son otra cosa que un corset que nosotros le impusimos hace poco (en términos evolutivos apenas hace tres minutos) y aún no los tiene del todo asumidos. Comprendan que todavía se ha de adecuar a nuestros muy recientes requerimientos sobre modificación de esa cierta inclinación en su deriva evolutiva, dejémosle tiempo, no hay problema, en cinco o seis mil años el clítoris de la hembra adoptará la posición requerida y ya podremos quedar todos gozosa y precozmente “satisfechos”, machos y hembras por igual y en correcta sintonía. Un poco de paciencia, que ya anda con ello...  

Bueno, pues esta sería la premisa biológica (tiranía impuesta por esa férrea dictadura evolutiva que nos viene gobernando, si quieren); ahora bien, ciñéndonos al siglo diré que fruto de nuestra irreductible insurgencia hemos logrado instrumentar algún atajo hacia el orgasmo femenino. Y aquí quien me asesora es mi señora. Ella opina que el secso es algo más (mucho más, recalca) que el orgasmo. Asegura que fuera del orgasmo también encuentra gran satisfacción sintiéndose ardientemente deseada, a la vez que gobernando y sometiendo mi deseo hasta provocarme el clímax y infringir con este mi efectiva rendición. Doy fe, ella se deja y yo (baboso de mí) jadeo, me agito, implosiono y me rindo. Pero eso sí, en otras ocasiones también desea implosionar y rendirse ella misma: entonces he de procurar despertar sus emociones y caldear su cuerpo con gracia y con calma, he de atemperar el mío dejándole jugar con mi juguete sin llegar a romperlo y, sobre todo, he de encender y excitar su mente (esto es indispensable amigo, el morbo es tu aliado) llevándola al límite de desear finalmente someterme y abusarme engullendo entre sus piernas mi juguete y asestando domingazos en mi cara (ella encima, claro, que así se implica también su señor clítoris). Y entonces, fruto de ese frotamiento, desgobierno y frenesí… ¡Uy, voy, ay ay, que voy que voy, alehop! Armisticio consensuado y a explotar los dos.

Y he de confesar que en este caso, aunque me siento utilizado, lo cierto es que me dejo. Sí sí, me dejo, sé que soy un p*to p*to pero así cumplo con ella a la vez que neutralizo ese temible precepto evolutivo de “hembra insatisfecha de otro se aprovecha”.  

Vale, pues que ustedes lo fodan bien y gloria al palillo y amén.