Las quejas sobre Galicia más surrealistas de los turistas

AL SOL

La Torre de Hércules con niebla. Un escándalo.
La Torre de Hércules con niebla. Un escándalo. Ángel Manso

Twitter se hace eco de las opiniones insólitas que tienen algunos visitantes sobre nuestra tierra

26 jul 2022 . Actualizado a las 09:20 h.

El que viene a Galicia y se queja de que había demasiada niebla en la torre de Hércules es un fodechincho. El que va a las Cíes y se lleva las manos a la cabeza porque una gaviota le robó el bocadillo es un fodechincho. El que dice, todo indignado, que las playas gallegas son peligrosas porque hay demasiado acantilado también es un fodechincho.

Probablemente con estos ejemplos ya se pilla el concepto pero, ¿cuál es la definición exacta de fodechincho? Es todo turista cansalmas, quejica y arrogante que llega a Galicia como el que clava una pica en Flandes.

Vaya por delante que no todos los que visitan esta tierra son fodechinchos, solo los más pesados, molestos o desubicados. Algunos encajan en el estereotipo del cuñado que se sienta en el chiringuito y llama al camarero al grito de «jefe» mientras chasquea los dedos. Probablemente es el mismo que dice que cuando tarda mucho su filete es porque «están matando a la vaca» y que pide otro doble de cerveza diciendo que «parece que el vaso tiene agujero».

Otros son más discretos y estirados. Son los que observan todo siempre en silencio pero con cara de estar oliendo excremento fresco. Ceño fruncido y miraditas altivas. Les escandaliza que Galicia sea tan distinta a la tierra fodechincha de la que vienen. Como ese que fue a la torre de Hércules, construcción romana del Siglo I d.C. declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y deja un escueto comentario en Google que reza «Vaya mamotreto de faro».

También choca el caso del que, tras su paso por Lugo, se ensaña inexplicablemente con sus emblemáticas murallas, asegurando que son «estéticamente feas» y que solo son útiles para que «los locales hagan jogging».

Pero las más odiadas, sin duda, son las gaviotas de las Cíes. Son muchas las críticas negativas que acumula el archipiélago a cuenta de las «gaviotas asesinas» que «se abalanzan a robarte la comida». «Resumiendo, UN HORROR», sentencia una de las entradas más airadas.

Otros son todavía más destructivos. Se crecen tanto que deciden erigirse en enemigos de los elementos. Y claro, no le perdonan a Galicia eso de las gotas que caen del cielo. «Horrible, llueve prácticamente todos los días», se rebota uno.

A pesar de que resulten igualmente jocosos o esperpénticos, hay que recordar que no todos los fodechinchos son hostiles. Una señora escribió un entusiasta comentario en TripAdvisor absolutamente fascinada porque, en las costas de Galicia, ¡la marea sube y baja a lo largo del día! Esos son los fodechinchos buenos, los simpáticos que alucinan por todo con la ilusión de un niño. Porque puestos a elegir turistada, mejor que vengan los estómagos agradecidos que flipan y dejan la tierra con una sonrisa de oreja a oreja.

Todos estos casos de surrealismo fodechincho llevan meses siendo recopilados en Twitter por cuentas como «Fodechinchos en Galiza» (@FodechinchosG), que sube periódicamente pantallazos de comentarios rancios de turistas sobre sitios emblemáticos. Aunque puedan parecerlo, no son inventadas. Son opiniones reales de gente real (realmente desubicada). Probablemente también inevitable. Son un fenómeno global de todas las zonas con intensa actividad turística.

Donde hay una Venecia, siempre hay un fodechincho indignado porque «está todo demasiado inundado». Donde hay un Nueva York, uno que opina que los rascacielos rascan demasiado el cielo. Donde hay un Berlín, otro que se queja de que la gente «habla muy raro». Mientras haya turismo, habrá fodechinchos. Porque fodechinchean, luego cabalgamos.

Llega el verano y, con él, una nueva hornada de agrios foráneos de crítica fácil. La solución es una sonrisa y, quizás, una carcajada malévola a sus espaldas. Sobre todo, no tomárselo demasiado a pecho. No lo hacen con maldad.