Hobbies en pandemia: Aprendiendo a tocar el piano

Desde que hace algo más de un año estallase la pandemia de COVID-19, nuestros estilos de vida se han visto impactados significativamente. Los meses iniciales de confinamiento nos hicieron adaptar muchas de nuestras rutinas diarias a nivel de ocio. Mis hábitos durante el tiempo libre se apoyaban bastante en la gran variedad de eventos de música en vivo que se celebraban habitualmente. En la última época pre-COVID me había aficionado especialmente a aquellos relacionados con la música clásica, por lo que puestos a elegir un nuevo hobby encerrado en casa, pensé ¿qué tal si aprendo a tocar un instrumento musical como el piano? A continuación, os cuento un poco como fue la cosa.

La inspiración.

Como ocurre en muchas ocasiones, uno se engancha a una afición nueva por la inspiración de otra persona o algún evento memorable. Como comentaba antes, durante los años previos a la pandemia me había convertido en un asistente frecuente a todo tipo de conciertos, incluidos muchos de música clásica. Cuando el confinamiento se hizo efectivo, la actividad cultural presencial se paró totalmente, dando paso a infinidad de iniciativas que se apoyaban en el streaming de contenidos por Internet (conciertos, visitas virtuales, películas, etc.).

En ese momento, comencé a asistir a numerosos eventos online, descubriendo a algunos músicos de gran talento, entre ellos al pianista Borja Niso, que a la postre se convirtió en mi inspiración inicial para comenzar esta nueva aventurilla. Y es que Borja, excelente intérprete del repertorio del gran Ludovico Eiunadi, se trata de un talento surgido de manera tardía en la época adulta y sin contar con ningún tipo de formación musical previa. Un ingeniero que cambió el teclado del ordenador por el del piano.

Yo siempre había estado en el lado del que escucha la música, pero entonces pensé en lo increíble que sería ser capaz de tocar un instrumento. Asi que dicho y hecho, me decidí a probar suerte. Había mucho tiempo libre disponible encerrado en casa al que dar buen uso.

El instrumento.

Me encontraba bastante ilusionado ante la perspectiva de adquirir el instrumento que me permitiese dar mis primeros pasos, pero tenía claro que tampoco era cuestión de venirse demasiado arriba, sin saber si era algo que me iba a enganchar realmente. Obviamente, no me pensaba comprar un piano como tal y, dentro de los teclados electrónicos, quería adquirir algo no demasiado profesional, pero tampoco una carraca.

Y creo que ese punto medio me lo dio el Casio CT-S300 que me acabé comprando, por algo menos de 200€. Se trata de un teclado de 61 teclas que incluye infinidad de funciones, aunque personalmente no utilizo nada más que el tono de piano clásico. Un año después, sigue funcionando de maravilla y no da muestras de desgaste, por lo que es una opción que recomendaría a alguien que quisiera iniciarse en esto.

Este fue el teclado con el que decidí empezar, un Casio CT-S300

El método.

Una vez comprado mi primer teclado, había que empezar a dar los primeros pasos, aunque inicialmente fueran muy erráticos. No disponía de ninguna formación previa, más allá de la típica asignatura de Música en el colegio, y tenía claro que no quería aventurarme en clases de solfeo para aprender a leer música: quería tirarme a la piscina directamente y escuchar lo que era capaz de generar. ¿Cómo se traduce esto desde el punto de vista musical? Como muchos os habréis imaginado: tocar de oído + prueba y error. No tenía en cuenta ningún tipo de secuencia de notas escrita, ni tan siquiera vídeos con la posición de las manos. Solamente cuidaba que los sonidos que tocaba se parecieran a la melodía original tal cual la recordaba.

Y la verdad es que resultaba increíblemente divertido. Creo que si podía tener algún punto favorable de inicio para este viaje, ese era mi aceptable memoria musical. Me encanta escuchar música y, aquella que me gusta, la escucho cientos de veces. Me resulta sencillo reproducir en mi cabeza canciones o melodías que he escuchado infinidad de veces, de manera que puedo comprobar fácilmente si lo que toco al teclado por prueba y error más o menos se corresponde con la pieza original.

Este ejercicio es una especie de resolución de puzzles por fuerza bruta, probando combinaciones hasta que las piezas encajan. Lo bueno es que, con el tiempo, acabas desarrollando cierta musculatura musical. Aprendes a identificar tonos en distintas partes del teclado, una vez tocas una tecla, más o menos sabes como van a sonar las adyacentes, intuyes ligeramente el salto que debes hacer para la siguiente nota, etc. Como cuando escribimos con el teclado de un ordenador de manera habitual, la memoria muscular acaba apareciendo.

El repertorio.

La primera pieza que aprendí a tocar fue la parte inicial de Para Elisa, de Beethoven, una preciosa melodía que todos hemos escuchado alguna vez a lo largo de nuestras vidas. Después fui apoyándome en otras canciones típicas sencillas que todos tenemos en la cabeza (cumpleaños feliz, marcha nupcial, himnos de paises, etc.). Esto me sirvió para ir cogiendo soltura pero, sobre todo, para darme cuenta de que mis probabilidades de éxito para llevar una canción al teclado eran directamente proporcionales a lo bien que la recordase en mi cabeza.

Para Elisa de Beethoven, la primera pieza que aprendí a tocar al teclado
Yesterday de los Beatles, un clásico ideal para principiantes

Así pues, decidí salir de mi zona de confort y empecé a apuntar a cualquier obra clásica o moderna que me gustase o recordase especialmente bien. Probé entonces con diversas canciones de los Beatles (Yesterday, Hey Jude), Queen (Bohemian Rapsody), Coldplay (The Scientist), Los Rodriguez (Me estás atrapando otra vez), Bryan Adams (Heaven), Mark Knopfler (Local Hero) o Vampire Weekend (Harmony Hall, I think you’re a Contra), entre otras.

Fragmento de Bohemian Rapsody de Queen
Tema principal de Jurassic Park, un clásico de las bandas sonoras

Aunque creo que mi explosión creativa llegó cuando decidí apuntar a bandas sonoras de cine, otra de mis grandes pasiones. Por increíble que parezca, he logrado chapurrear fragmentos de la música de películas como Forrest Gump (de esta, la mayor parte, incluido el segmento de la carrera), Jurassic Park, María Antonieta (me encanta la música de esta película de Sofia Coppola), Superman, Regreso al Futuro, La Historia Interminable, Superdetective en Hollywood, Top Gun o Carros de Fuego.

Música de los créditos de Forrest Gump
Una de las piezas clásicas incluidas en la película María Antonieta, de Sofia Coppola

Limitaciones.

Tal como comentaba antes, en este caso lo mío con el teclado es un ejercicio de divertimento y resolución de rompecabezas musicales, apoyándome en mis propias grabaciones mentales. Me imagino que a veces las notas no corresponden con las partituras originales, o que mi propio recuerdo erróneo distorsiona lo que toco al teclado. Sin embargo, en general diría que el resultado suele ser bastante reconocible.

Mi mayor pesar, bien por falta de formación, bien porque tal vez mi cabeza no está diseñada para ello, es la imposibilidad de poner mis dos manos a tocar flujos de música distintos pero que se superponen en la misma melodía. Por ejemplo, pensad en la pieza de los créditos de Forrest Gump, en un vídeo unos párrafos más arriba. Si recordáis la versión original, una de las dos manos provee el goteo de fondo que acompaña a la parte principal, ejecutada por la otra mano. En dicho vídeo más arriba podéis ver claramente que sólo soy capaz de hacer la parte principal con una de las manos, dejando la otra sin uso.

Puedo utilizar las dos manos colaborativamente sobre, digamos, un mismo flujo musical, pero me resulta imposible hacer que mis manos toquen dos melodías independientes dentro de la misma canción. No puedo tocar canciones que presentan diversas capas de música simultáneamente, por decirlo de alguna manera. Seguramente me he explicado fatal, pero cualquiera que lo haya intentado alguna vez probablemente sabe a lo que me refiero.

El hábito.

La verdad es que, hasta ahora, estoy bastante satisfecho del camino recorrido con el teclado. Desde hace un año, se ha convertido en un hobby para el que suelo reservar al menos una hora a la semana. No es mucho tiempo, pero lo hago por pura diversión, y con vistas a que no me quite demasiado tiempo para otras actividades que realizo habitualmente. Suelo centrarme en practicar un repertorio de canciones que me gustaría dominar, al que de vez en cuando añado alguna nueva. Igualmente, suelo dedicar un rato a la improvisación de alguna melodía propia.

¿Retos para el futuro? Tal vez ser capaz de tocar una pieza como esta 🙂

La Campanella de Paganini-Liszt. Aunque no lo parezca, sólo se toca a dos manos

Echando la vista atrás, dentro de los tiempos complicados que nos está tocando vivir, sin duda esta nueva afición es algo que siempre rescataré de esta época con una sonrisa. Y es que muchas veces no nos damos cuenta de la cantidad de cosas divertidas e interesantes que pueden aprenderse y que podemos llegar a hacer si nos lo proponemos.

Estos tiempos de encierro y restricciones nos han puesto ante el espejo de la adaptación y la reinvención de nosotros mismos. ¡Aprovechémoslo! ¿Y vosotros? ¿Os habéis aficionado a alguna actividad últimamente? ¿Habéis aprendido alguna nueva habilidad interesante?

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