El maestro y Margarita o la omnisciencia

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Hay novelas que suenan, que todo en ellas se mueve y a veces sientes que tú te mueves con ellas. No hablo de novelas de aventuras sino de novelas que logran arrancar al lenguaje mucho más de lo que aparentemente puede ofrecer. Es el caso de la novela El Maestro y Margarita del escritor ruso Mijail Bulgákov. Esta novela cuenta muchas cosas, algunas se ven, otras no. La tensión es constante y la incertidumbre nos envuelve de la misma manera que envolvió a su autor durante la mayor parte de su vida. Siempre me han fascinado las novelas que me están contando muchas cosas al mismo tiempo y yo no me entero. Me cautivan los escritores que se presentan a sí mismos sin que se note. Leer El maestro y Margarita es entregarse a otra dimensión, es creer en la vida, en la literatura. Asistimos a un collage en el que confluyen muchas corrientes, muchos ríos. Es un baile en el que la historia escupe a sus protagonistas de uno en uno. El gran Voland, el extranjero, el diablo, los observa, los vapulea y luego los elige para ellos un camino. Nos recuerda a un gran dictador, amante de las artes, de lo exquisito, de la belleza, caprichoso a veces, piadoso otras y poderoso siempre. No es ningún ángel caído, es más bien un padre que regresa a poner orden en una sociedad corrupta y asfixiante. Nadie parece lo que es, nadie espera que suceda aquello que nadie podrá evitar. En El maestro y Margarita hay justicia divina, horror, amor, locura, erotismo y una delicadeza inmensa. Es una novela de una originalidad abrumante que grita en cada página que quiere ser leída. A Bulgákov, como le sucedió a Dostoievski, Bernhard, Kierkegaard, Musil, Pessoa y tantos otros, sabía que su obra trascendería. No buscaban la gloria, buscaban lectores. Necesitaban que sus ideas y reflexiones llegasen lejos. El maestro y Margarita llegó al pueblo ruso en 1967, lo hizo por partes, y más de veinticinco años después de que su autor muriera y su tercera mujer decidiese que dedicaría gran parte de su existencia a ver el manuscrito, seis veces destruido por el propio autor, en manos de los lectores. La distribución de la obra, censurada por el régimen estalinista, llegó hasta la última aldea de la URSS gracias al laborioso trabajo de escribientes en la sombra, de fieles lectores que querían que otros pudieran leerla. Es quizá el único acto de piratería literaria legítimo que creo conocer.

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Imagino al joven médico trabajando en condiciones extremas durante la I Guerra Mundial al servicio de la Cruz Roja, lo imagino también asistiendo a la transfiguración de su país mientras la soledad y el dolor lo empujan peligrosamente en brazos de la morfina. Y lo imagino fortalecido con la idea de mostrar lo que ve, lo que siente y, por qué no, de denunciar aquello que no le gusta. No lo puede hacer desde la libertad, su casa es asaltada y la policía del régimen lo vigila, pese a ello, es respetado por un entorno hostil, y  es protegido por una mano negra que duerme bajo la almohada de Stalin. Bulgákov, no quiso irse de su país, cuando lo intentó, esa mano negra, lo retuvo. Es posible que pensara que, era mejor mantenerse en la sombra, escribiendo sin hacer demasiado ruido, lograr un lugar en el mundo literario de su generación para que, en algún momento del futuro, en el que las libertades fueran otras, conseguir publicar la novela. O que sus queridas Helena y Margarita lo hicieran por él.

el ejército blanco

Siempre me ha fascinado esa determinación y lucidez, es paciencia que hoy, tantos años después, nos permite leer esta bebida tan fuerte.

A aquellos lectores que se dejan hacer, se verán arrastrados por un universo único, que a veces arranca un grito, otras el llanto y casi siempre una sonrisa, un gesto de asentimiento. Conoceremos a Jesús y contemplaremos la tormenta junto a Poncio Pilatos y su perro Banga. Todo con el corazón en un puño, sintiendo que el autor, realmente, nos acaba de prestar su máquina del tiempo, la de H.G Wells que tanto entretuvo al autor. Si no nos movemos demasiado, asistiremos a la gran comedia del mundo en el apartamento situado en el número 302 bis de la calle Sadóvaya, un inmueble que ha sobrevivido ochenta años a la ficción, visitado por los que, algún día, se subieron a la escoba de Margarita, con el único fin de salvar al maestro y salvar a la literatura de malvados editores, escritores amordazados, dramaturgos vendidos, ladrones, especuladores y estatuas que recuerdan que, algún día, hubo un poquito más de libertad.

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La historia comienza muy cerca de donde vivía el propio autor, en el estanque de los  Jardines del Patriarca. En un banco, dos escritores se encuentran al diablo, uno de ellos es poeta, el otro es editor de una revista de «literatura de masas», ambos son ateos, no creen, pero él, Voland, existe. El diablo insiste en ello. Hablan sobre la mortalidad humana, sobre el trágico futuro que aguarda a ambos y sobre Cristo. Un diálogo que, como tantos otros en esta novela, no tiene desperdicio. Aquí comienza otra historia que será contada por el diablo, su protagonista, por Margarita y por el maestro. El lector se moverá entre dos tiempos, dos escenarios y un mismo universo.  A partir de aquí nacen dos historias paralelas que se entrecruzan para, finalmente, elevarse por encima de la propia historia. ¿Es posible escribir sin libertad? Sí, claro que sí, pese a que como dijo Milan Kundera, la novela no entiende de totalitarismos.

Avanzamos por sus páginas de la mano de una voz narrativa que presta su posición espacial aventajada, a otros personajes, una voz omnisciente única, pero múltiple. Es precisamente esa voz narrativa la que logra que podamos asomarnos a cada escena desde varios ángulos, que miremos a todos lados al mismo tiempo.

Gato negro de eva Losada

El realismo ruso nos encierra a veces en habitaciones de pensiones mal olientes, escaleras de madera que se vencen, mujeres fuertes, mamushkas sufridoras, padres ebrios, incestos, célebres adulterios, niños deformes, etc. En El maestro y Margarita, además, hay magia negra, enormes telones que se caen, hay muchas ventanas por las que desaparecer y viajar desnudo en una escoba por la estepa rusa de Lev Tolstoi, mirando desde arriba como la superstición acampa y te mira. También te mira el Fausto de Goethe, quizá una de las obsesiones de Bulgákov desde niño. Un niño que nació en la Rusia de Nicolás II, se subió al ejército blanco, se hizo con un maletín de médico, admiró a Pushkin y Gógol, soñó con la adormidera, le contaron un cuento y despertó, como decía nuestro poeta, en un sueño.

Gogol y Puskin

Un niño que creció entre dos ríos, que no era ni de aquí ni de allá, porque eso les pasa a muchos escritores que, al final, no pertenecen a nada, solo a lo que ellos imaginan. Bugákov nunca se rindió, no le sucedió lo que a Popota, el gran gato turco, en la partida de ajedrez, nuestro autor resistió y logró jugar, a su manera, en el tablero de las envidias y las intrigas.

Bulgakov con su mujer Helena Sergeevna

Los ciudadanos de Moscú, según Voland, solo cambian su aspecto exterior. Muestra, no solo la hipocresía, sino también la debilidad humana por lo que aparentemente, ya no necesitan lo material. Otra vez el gran teatro de la vida. Y así seguimos leyendo, asistimos al gran baile, quizá uno de los más maravillosos pasajes de la novela. Somos espectadores de una gran ciudad, amigos de la comunidad de vecinos, compartimos el cuartucho lleno de amor del escritor, nos estremecemos bajo los arcos de la casa de Herodes el Grande, nos colamos en la sociedad de escritores o sufrimos viendo cómo crucifican al «filósofo errante». Todos buscan algo, solo algunos lo encuentran, depende. ¿De qué? Descúbralo usted mismo, lector impaciente, curioso y entregado. Disfrute de esta exquisita novela, tanto o más que muchos otros antes. ¡Gran inspiración!, no solo para nosotros los escritores que hoy, muchos, sí escribimos en libertad, sino también para músicos, cantantes, directores de cine, dibujantes, diseñadores de moda y un largo etcétera.

El maestro y margarita

El maestro y Margarita de Mijail Bulgákov (1891-1940) se ha reeditado muchas veces y existen varias traducciones al castellano de Alianza editorial (Amaya Lacasa, 2006) y ediciones Nevsky (Marta Rebón, 2014). Debido a las innumerables reconstrucciones del manuscrito y sus posteriores revisiones, no se puede hablar de versión original y, ni siquiera, de versión definitiva. Además, cada lector, construye la suya propia, como hicieron tantos rusos hace tanto tiempo.

Eva Losada Casanova. Escritora. Profesora en los talleres de novela y  narrativa de La plaza de Poe. Imparte cursos de escritura en el sector público, en la Red de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid, ciudad donde  coordina las CATAS LITERARIAS y varios Clubs de Lectura, entre ellos el Club virtual en Bibliotecas públicas: Brújula literaria.

Es autora de las novelas: En el lado sombrío del jardín (Funambulista, 2014) 4ª finalista Premio Planeta y finalista Premio círculo de lectores 2010; El sol de las contradicciones (Alianza, 2017) XVIII Premio Unicaja de novela Fernando Quiñones y  Moriré antes que las flores (Funambulista, 2021), El último cuento triste (Huso, 2022). Escribe en varios medios culturales, colabora y es columnista en el Periódico de Hortaleza desde 2016.

2 comentarios en “El maestro y Margarita o la omnisciencia

  1. Ma José

    Maravilloso comentario de una novela, unos personajes, contexto y estructura narrativa que más me han impresionado. Tuve el privilegio de visitar una noche en Moscú la escalera del apartamento de M. Bulgakov, todavía con M. Gorbachov en el poder.

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