El palacio donde vivió el conquistador Hernán Cortés durante sus últimos años en México está ubicado en la actual ciudad de Cuernavaca, dentro del estado de Morelos. Se trata de una edificación de interés histórico no solo por su antigüedad, pues data del siglo XVI, sino porque es uno de los primeros palacios militares erigidos en el territorio conquistado por los españoles en el continente americano.
Durante aproximadamente una década Cortés forjó una figura déspota, egoísta y cruel, combinada con unos grandes dotes propagandísticos que jugaron a su favor durante la conquista de México (1519-1521) y en los años posteriores, permitiéndole usar para su propio beneficio a jefes nativos, mujeres tanto indígenas como españolas, y también a los funcionarios aliados de la Corona, con los que estaba enemistado.
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![Hernán Cortés en su llegada a las costas mexicanas según un grabado de la época.](data:image/svg+xml,%3Csvg xmlns="http://www.w3.org/2000/svg" viewBox="0 0 800 546"%3E%3C/svg%3E)
Hernán Cortés en su llegada a las costas mexicanas según un grabado de la época.
Ilustración de la llegada de Hernán Cortés a las costas mexicanas.
CordonPress
El foco de su emprendimiento siempre estuvo en la construcción de una sociedad mestiza en el territorio conquistado, que entrelazara la cultura española y la esencia indígena, y consiguiera una colaboración pacífica entre ambos mundos bajo su mando.
Sin embargo, en el año 1528 la Corona española le retiró sus cargos y embargó todos sus bienes, una decisión que ni siquiera un viaje a España para justificarse ante el rey Carlos V pudo cambiar. Tras su regreso a México, Cortés se instaló en Cuernavaca y comenzó una nueva vida de explorador despojado de cualquier cargo público.
Si bien su figura es relevante en el contexto de la Conquista de México, el propio palacio es igualmente interesante desde un punto de vista histórico: es un reflejo de la época y del paso del tiempo. Estas son 5 cosas que vale la pena saber sobre el Palacio de Cortés en México.
DESTRUIR PARA CONSTRUIR
Mucho antes de los poderosos muros de piedra que conocemos como el Palacio de Hernán Cortés, el terreno estaba ocupado por un antiguo asentamiento prehispánico tlahuica entre los años 1325 y 1521 d.C.
Este lugar fue concretamente un centro ceremonial y de tributo, que tenía la función de recolectar los impuestos de las poblaciones dependientes al señorío de Cuauhnáhuac, gobernado por el cacique conocido como Yoatzin (o Itzcohuatzin).
Una vez este fue sometido por los conquistadores el asentamiento entero fue destruido, y sobre sus cimientos se erigió un primer palacio castillo que pasaría por varias transformaciones a lo largo de los años.
el recurso de la tierra santa
Durante una larga expedición que llevó a Hernán Cortés hasta la actual Honduras para reafirmar los territorios conquistados, otros españoles enviados por la corona trataron de adueñarse de su territorio en Cuauhnáhuac.
El padre Melgarejo, quien se había quedado al cargo de este territorio, tomó la iniciativa de construir una capilla para declararlo como "tierra santa" y que así no pudiera ser confiscado por los enemigos de Cortés.
A su regreso, este recuperó sus posesiones en Cuernavaca, incluida la recién construida capilla anexa, y realizó unas modificaciones a la estructura para unir ambas edificaciones en una sola.
¿cómo conocemos la fecha?
Las obras del palacio fueron dirigidas por el mismo Hernán Cortés, reutilizando materiales de las anteriores construcciones tlahuicas que ocuparon el lugar, y usando también mano de obra indígena.
Así, no es de extrañar que se haya podido encontrar en una de sus columnas una inscripción de manufactura indígena, que contenía la fecha en que finalizaron las obras: Nahui-ácatl (4-caña) según el calendario azteca, que corresponde al año 1535 de nuestro calendario.
una edificación, varios usos
La construcción ha servido distintas funciones a lo largo de varios siglos: palacio, espacio para el gremio de artesanos, cárcel, sede gubernamental o despacho del emperador son los más destacados.
El hijo de Hernán Cortés heredó el título de marqués del Valle de Oaxaca tras su muerte, reclamó sus bienes y habitó el palacio temporalmente. Esta fue la primera de una serie de sucesiones de bienes entre sus familiares. Pero eventualmente el palacio fue abandonado por sus dueños y ocupado temporalmente por el gremio de artesanos, que utilizaron sus instalaciones para llevar a cabo distintas actividades.
La estructura se había ido deteriorando con el paso del tiempo, y para justificar su restauración se reconvirtió en la “Real Cárcel de Cuernavaca”, que se utilizó durante la Guerra de Independencia (1810-1821).
Más tarde se utilizó como sede del gobierno de la República (1855), como despacho de Maximiliano de Habsburgo (1864-1866), y como sede del palacio del gobierno del recién erigido Estado de Morelos (1869). A su estructura se añadieron la Sala del Congreso, el Ayuntamiento y la Jefatura Política, y se mantuvo la cárcel que ya existía de etapas anteriores.
En la actualidad el edificio se ha reconvertido en el Museo Regional Cuauhnáhuac, donde se encuentra una colección de piezas históricas y arqueológicas de contenido prehispánico, novohispano y nacional, además de uno de los murales más famosos del artista Diego Rivera.
![Palacio de Cortés Cuernavaca](data:image/svg+xml,%3Csvg xmlns="http://www.w3.org/2000/svg" viewBox="0 0 800 600"%3E%3C/svg%3E)
Palacio de Cortés Cuernavaca
Fotografía del palacio de Hernán Cortés en Cuernavaca, actualmente reconvertido en museo.
Wikimedia Commons / Carlos Padilla
un entierro misterioso
Durante una excavación llevada a cabo en 1971 se descubrió una tumba enterrada junto a la entrada de una de las edificaciones más antiguas del palacio, datada del siglo XVI.
El hallazgo se catalogó entonces como un probable entierro de Juan de Leyva, el monje franciscano que estuvo al servicio de Juana de Zúñiga de Arellano, la mujer de Hernán Cortés. Los arqueólogos habían observado en sus restos óseos algunas marcas que concuerdan con los daños producidos por las penitencias que este personaje había practicado durante su vida.
Sin embargo, durante unas obras de renovación realizadas en 2017, dos antropólogos pusieron en duda esta primera hipótesis alegando que la posición en la que se había encontrado el cuerpo y su ubicación no concordaban con los cánones que marcaban la iglesia católica para un entierro en esa época.
Así, tras un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se ha revelado que los restos corresponden al entierro prehispánico de una mujer tlahuica, bien de la época de contacto o anterior, pues la sepultura data entre los años 1450 y 1500.