Empiezo afirmando que, esto que voy a exponer, no son mis palabras, sino las de otra docente, expresadas libremente en un foro de tantos que hay por la red de redes. Resume perfectamente lo que pasa en un aula ahora mismo, el despropósito en que se ha convertido la función docente y la imposibilidad de hacer aquello que nos piden, que viene a ser dar múltiples clases, de múltiples niveles, al mismo tiempo y atendiendo a todo el mundo a la vez, mientras tratas de motivar, educar en valores, preparar festivales y festividades y, cuando puedes, enseñar aquello que antes se enseñaba en el cole: lengua, mates, ciencias…

«Llevo muchos años como profesora de instituto y podría decir que lo peor es la falta de respeto y la nula capacidad de trabajo de los alumnos. Las clases son imposibles, sobre todo desde la pandemia, cuando les regalaron el curso. Muchos apenas saben leer y escribir y desconocen que, en una clase, por ejemplo, se ha de estar medianamente callados. Después vendría la pedagogía estúpida que dice que en una clase con 27 alumnos: 2 ACNEE (niños con necesidades educativas especiales), 6 con desconocimiento del idioma (trabajo en una zona con mucha inmigración marroquí y pakistaní, y vienen chavales durante todo el año por reagrupación familiar, y sin entender ni jota de español), 3 con dificultades de otros tipos, 5 saboteadores natos de la clase (meter moscas en minas de bolis bic, pedir todo el rato ir al lavabo, hacer ruido con las zapatillas cuyas suelas chirrían, tirar pañuelos de papel empapados contra la pizarra para que se queden pegados cuando estás de espaldas escribiendo, porque ahora los alumnos todos vienen con su botella de agua, incluso de litro y medio y beben en las clases, comen pistachos o pipas, tirando al suelo las cáscaras…), 4 inertes, que no hacen nada, ni sacar la libreta… les has de preparar a cada uno una adaptación. Y, por supuesto, lo de la montaña de burocracia, sobre todo en la manera de evaluar, imposible de hacer bien. Los padres y madres también se las traen. Y la administración, que no pone los medios humanos ni económicos para hacer las cosas. En los últimos años estamos viendo a gente de la industria que entra a dar clases. Tengo varios compañeros, que después de bastantes años trabajando fuera de la enseñanza se han marchado asqueados de la industria por lo que les hacían firmar en sus trabajos y por jefes imposibles. Y claro, al principio, se decían, no será para tanto lo de dar clase, pero al final ven que la cosa no es tan sencilla como esperaban. Quizá es una gran parte de la sociedad la que está desmotivada para trabajar en muchos trabajos que deberían ser revisados. Quizá las personas no aguantamos tanta desidia, mala educación, malas praxis empresariales, etc. Quizá…. las cosas ya nunca serán como antes.

Es un buen resumen. Faltaría añadir: las varias reuniones inútiles que se hacen semanalmente, la mayoría simplemente para transmitir información, cosa para la que no hace falta una reunión; los problemas que vienen por los conflictos que tienen fuera del colegio, por hacer uso de móviles y redes sociales, a edades a las que no deberían estar por las tardes mirando pantallas; la cantidad de problemas psicológicos y de desarrollo que estamos detectando (¿por culpa del exceso de pantallas); la focalización de la educación en incorporar metodologías que no funcionan y tecnología que empeora la situación… Y paremos ya de contar, que aún me quedan entradas por escribir.