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Pagar para contaminar: así funcionan los mercados de carbono

Un agricultor, una ganadera, un pescador y un experto en mitos ecológicos reflexionan sobre la normativa europea que permite a las grandes empresas comprar créditos para compensar sus emisiones de CO2

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En un escenario marcado por el rápido calentamiento del planeta y el aumento de la contaminación, los mercados de créditos de carbono se plantean como una solución aparentemente lógica para reducir las emisiones de CO2: sectores como el forestal y el agrario pueden vender el carbono que absorben sus bosques o que almacenan sus suelos a aquellas compañías que desean contrarrestar su huella. En otras palabras, una empresa puede comprar el derecho a contaminar al financiar actividades y proyectos que mejoran la sostenibilidad del planeta, como los cultivos ecológicos del agricultor Marcos Garcés: “Cuando labramos poco, cubrimos el suelo de hierba o usamos fertilizantes orgánicos estamos secuestrando carbono en el suelo, y ahora existe un mercado en el que eso tiene un valor”.

La ganadera gallega Ana Corredoira lamenta que los grandes agentes contaminantes puedan alcanzar los objetivos de neutralidad de emisiones en 2050 simplemente plantando árboles en un lugar, mientras continúan contaminando en otro. "¿Para las empresas y los gobiernos eso es efectivo? Tengo mis dudas”.

Plantar árboles no siempre es la solución

Para el científico Víctor Resco, ingeniero experto en mitos ecológicos, las falsas creencias instaladas en el imaginario popular sobre la ecología y el medioambiente pueden convertir la lucha contra el cambio climático en una causa inútil. Son los llamados "ecomitos", como confiarlo todo a las energías limpias, al cierre de las centrales nucleares o a la reforestación.

"Este sistema crea la falsa ilusión de que podemos seguir emitiendo mientras plantemos árboles, pero no funciona así", explica Resco. Si bien es cierto que cuantos más bosques haya, más carbono absorberá el planeta, tienen que pasar de entre 20 a 30 años para que esos árboles comiencen a recuperar el CO2 que se ha emitido hasta el día de hoy. Por ello, según Resco, "es mucho más urgente y efectivo gestionar y preservar los bosques que ya tenemos, que no tienen asegurada su supervivencia".

La pregunta que surge entonces es sencilla: ¿realmente funciona este sistema de compraventa de carbono para reducir la contaminación? Víctor Resco tiene sus dudas, pues desde que se implantó este modelo en Europa en el año 2005, se calcula que solo ha repercutido entre el 0 y el 3% anual de la disminución de las emisiones de carbono. Mientras tanto, las empresas contaminantes amplían su margen de beneficios: "Cuando se instauró este programa hace casi 20 años, la Unión Europea regaló créditos a las empresas porque aún no estaba claro cómo fijar el precio a los bonos. Las energéticas, sin embargo, repercutieron su precio en el consumidor, y han obtenido entre siete y 8.000 millones de beneficios caídos del cielo", analiza Resco, quien cree que esto dificulta una acción climática real: "Si el objetivo es llegar a una tasa de emisiones 0 en 2050, aún estamos muy lejos de esa meta".

 
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