La mujer a la que BBVA y un fondo de inversión han intentado desahuciar nueve veces: “No paran de acosarme”

Asun tiene 67 años y nunca imaginó que su jubilación sería tan compleja. Lleva años tratando de negociar un alquiler social, pero Cerberus, el fondo especulativo dueño del piso en el que vive, se niega a llegar a un acuerdo

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Asun en la manifestación del pasado 8M en Madrid. (HELENA MARGARIT CORTADELLAS)
Asun en la manifestación del pasado 8M en Madrid. (HELENA MARGARIT CORTADELLAS)

Asun se define como una mujer luchadora después de haber pasado toda la vida trabajando en condiciones precarias en la venta ambulante. Ahora, con 67 años y ya jubilada, pensaba que al menos en esta etapa podría estar más tranquila, pero lo cierto es que lleva una década viviendo una auténtica pesadilla, “acosada por los bancos y los fondos buitre”. En este último tiempo se ha enfrentado a nueve intentos de desahucio sin poder negociar un alquiler social y, aunque asegura que va a seguir luchando, admite que ya no tiene las mismas fuerzas que antes.

La mujer vive en un piso ubicado en el barrio madrileño de Usera y cobra una pensión no contributiva de 500 euros mensuales, por lo que le resulta imposible acceder a otra vivienda de alquiler, dado los numerosos requisitos que exigen las agencias inmobiliarias y los caseros. Ocupó esa casa tras quedarse en la calle hace diez años, cuando entonces la vivienda pertenecía al BBVA, entidad bancaria que, según relata, nunca estuvo dispuesta a negociar un alquiler social. Después, la casa quedó en manos de la sociedad Divarian, que pertenece al fondo especulativo inmobiliario Cerberus, que se ha convertido en uno de los principales caseros de España.

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Desde que entró en el inmueble pelea por un alquiler social, dado que está dispuesta a pagar una renta, pero nadie ha negociado con ella y se ha enfrentado a ocho intentos más de desalojo. No han surtido efecto, lamenta, sus reclamos ante el Defensor del Pueblo y organizaciones como Cáritas, por lo que decidió acudir a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y la han acompañado en este difícil camino. “Ellos han sido quienes me han ayudado y estoy muy agradecida. Sin su trabajo, ya estaría en la calle”, relata a Infobae.

La historia de Asun, mujer que han intentado desahuciar nueve veces. Su casa pertenecía al BBVA y luego quedó en manos del fondo Divarian, propiedad de Cerberus.

Miedo pese a la prórroga de suspensión de desahucios

Todos estos años de lucha han afectado a la salud de Asun, quien padece hipertensión y diabetes, y vive continuamente con el miedo a que la desalojen en cualquier momento, a pesar de que el pasado mes de diciembre el Gobierno prorrogó hasta 2025 la suspensión de los desahucios y lanzamientos para hogares vulnerables sin alternativa habitacional, así como la imposibilidad del corte de suministros básicos de luz, agua y gas. A pesar de esa prórroga, muchas personas han sigo igualmente desahuciadas en estos últimos meses, pues los requisitos de vulnerabilidad económica que se deben acreditar para paralizar los desalojos son demasiado exigentes y no todas los pueden cumplir.

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“Estoy dentro de esa prórroga, pero vivo angustiada porque nunca se sabe, y porque el fondo buitre Cerberus me sigue acosando con llamadas todos los meses”, asegura Asun, cuyos cuatro hijos tampoco podrían echarle una mano si se quedara en la calle “porque tienen sus propios problemas y pagan sus respectivas hipotecas”. “Con la edad que tengo y mi estado de salud, ya no tendría que estar pasando por todo esto”, añade la mujer.

Cómo funciona el fondo Cerberus

Cerberus, una sociedad limitada con sede en Nueva York, es uno de los fondos especulativos inmobiliarios más activos en España, al igual que Blackstone y Lone Star. Se trata de un “fondo oportunista” que detecta bienes infravalorados para después venderlos, explica el abogado Manuel Gabarre, pues su objetivo es “ganar dinero rápidamente para marcharse a hacer un nuevo negocio”.

“Cerberus acumula dinero de una multitud de inversores con el compromiso de devolverlo a los cinco años y, con ese dinero, crea una sociedad dentro de la Unión Europa, concretamente en Países Bajos porque ofrece mayores ventajas fiscales para pagar menos impuestos (como también sucede en Luxemburgo)”, añade Gabarre, investigador del Observatorio contra Delitos Económicos (Observatorio CODE). Gracias a esos inversores, y a través también de préstamos bancarios, Cerberus obtiene dinero para comprar miles de viviendas y, en este caso, se las compró a BBVA.

Después Cerberus tiene que devolver ese dinero, primero, a sus acreedores, a la banca, y luego a los accionistas de los fondos de inversión, por lo que debe hacerlo de forma rápida. “Compran pisos muy baratos, a veces por unos 40.000 euros, y los venden por una cifra mucho más elevada, lo que les permite devolver el dinero a sus acreedores y quedarse con algo por el camino”, dice Gabarre. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, los bancos españoles tenían que deshacerse de los activos tóxicos, por lo que se dedicaron a vender buena parte de su negocio inmobiliario a fondos de inversión. De ahí que lo hicieran a precios tan bajos.

Solo con las compras que Cerberus hizo años atrás a Banco Sabadell, BBVA y Banco Santander, el fondo sumó más de 150.000 viviendas, pisos que principalmente se venden y apenas se alquilan, recuerda Gabarre. Estos fondos buitre son precisamente los grandes tenedores de vivienda en España, “aunque su objetivo no es quedarse aquí, sino buscar otro negocio”, insiste el experto.

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