Ana López, nutricionista: «Los huevos no deberían estar nunca en la puerta de la nevera»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

XINZO DE LIMIA

Ana López, nutricionista del Sergas en el centro de salud de Xinzo de Limia
Ana López, nutricionista del Sergas en el centro de salud de Xinzo de Limia SERGAS

Imparte talleres sobre seguridad alimentaria y consulta en varios centros de salud de la provincia de Ourense

03 ago 2023 . Actualizado a las 16:51 h.

Con la llegada del calor, conservar lo mejor posible los alimentos se vuelve todavía más importante para evitar intoxicaciones. Y no solo cuando se hace un pícnic en la montaña, la piscina o la playa, sino también cuando se organiza la nevera o incluso cuando uno prepara lo que después va a comer.

Hay muchas cuestiones de seguridad alimentaria que no siempre se tienen en cuenta a pesar de su importancia. Así lo cuenta Ana López, nutricionista que consulta en los centros de salud de Xinzo de Limia, Allariz y Maceda, en los talleres que imparte. López explica que muchas veces el fallo está en las medidas de higiene, porque aunque todo el mundo es consciente de la importancia de lavarse las manos antes de manipular alimentos (así como los utensilios que se van a usar), no siempre guarda las mismas cautelas durante el proceso. Y lo explica: «A veces estamos tocando el pollo crudo y sin lavar las manos tocamos el pan. Si el pollo está contaminado, estamos contaminando el pan; porque el pollo al ser sometido al proceso de cocinado no produciría efecto, pero el pan sí».

Otra de las cuestiones fundamentales en la seguridad alimentaria está en la organización de la nevera. La experiencia le dice a López que todavía se cometen muchos errores al ordenar el frigo. Dice que siempre tiene que estar por debajo de los cuatro grados. Después, en las baldas superiores irán los productos que precisan una temperatura más estable y mayor frío. Cita entonces los restos de comida preparada y las medicinas. En las baldas intermedias irían los yogures, los alimentos correctamente envasados. Y ya en los inferiores las carnes y los pescados. El objetivo fundamental que estén bien tapados, pero se elegirá esa ubicación «por si acaban soltando agüílla, para que no contaminen toda la nevera». Después vendría el cajón de los productos perecederos, que son más sensibles a la temperatura: frutas, hortalizas y verduras.

La puerta queda reservada a los productos que son resistentes a los cambios de temperatura, como bebidas y salsas industriales. «Los huevos no deberían estar nunca ahí. En la puerta están mal porque la temperatura fluctúa cada vez que abrimos y cerramos la nevera y el huevo es un alimento muy sensible a esos cambios y pueden crecer salmonela u otros microorganismos», apunta López. «Su lugar son las baladas intermedias o superiores», señala. Para quienes aludan al hecho de que en el súper están a temperatura ambiente, López señala un dato importante: «Normalmente están a temperatura estable al lado de los refrigerados».

Otra de las cuestiones en las que la nutricionista hace hincapié es en la conservación de los alimentos ya cocinados. Siempre deben estar en un táper hermético (aconseja los de cristal para evitar que se suelten compuestos plásticos), aunque reconoce que hay algunos de siliconas certificados como libres de BPA que están bien. En todo caso, es clara: «El cristal conserva mejor las características organolépticas». Sobre el tiempo, ella aconseja que dos días, tres como mucho. En el caso de los que llevan carne o pescado, rebaja ese tiempo a uno o dos. «Los guisos de legumbres se pueden estirar hasta cinco, pero mejor es quedarse con la idea de tres», destaca. Para plazos largos, la opción es congelar.

¿Y al irse de pícnic? Nunca alimentos para consumir en crudo y sí productos cocinados, que deben ir fríos y protegidos del calor. «Canto más frío esté, mejor», señala, puesto que los microorganismos necesitan unas condiciones determinadas de temperatura y humedad para proliferar y conservando los alimentos en frío se garantiza que no aparezcan. Sobre las salsas, la mayonesa que sea comercial. Nada de elaboración casera. «En salsas caseras, todo lo que lleve huevos y lácteos, mejor evitarlo», señala la nutricionista.