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Almeida rescata la escultura del legionario y la colocará frente al Cuartel General del Estado Mayor

Trabajo en progreso de la escultura dedicada a la Legión del artista Salvador Amaya.

Peio H. Riaño

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La polémica escultura del legionario, diseñada por el escultor Salvador Amaya a partir de dibujos del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau, no irá a la Plaza de Oriente. La escultura es un regalo al Ayuntamiento de Madrid de la Fundación Museo del Ejército, que propuso ese emplazamiento. Hace un año los técnicos del Consistorio estudiaban si la plaza podría soportar el peso del pedestal de piedra y la figura de bronce. A pesar de la petición de los interesados, el Ayuntamiento ha decidido colocar al soldado de 1921 cargando con la bayoneta en la calle Vitruvio, a las puertas del Cuartel General del Estado Mayor y próximo, también, al monumento del Pueblo de Madrid a la Constitución Española de 1978. 

La pieza se elevará más de seis metros de altura y fue fundida gracias a una campaña de microfinanciación que recaudó 58.000 euros, con 743 aportaciones, según informan desde la Fundación Museo del Ejército a elDiario.es. “No se ha conseguido la inversión”, aclaran. El dinero recibido supone menos de la mitad del presupuesto. Solo los trabajos de la fundición para pasarla a bronce han supuesto 73.000 euros. El coste del pedestal, el transporte de las piezas, los permisos, la dirección de obra y la instalación también debe ser asumida por la institución. La iniciativa, por tanto, no ha recibido de la sociedad ni la mitad del presupuesto que necesitaba para levantarse en homenaje.  

“El Ayuntamiento nos ha indicado que la ubicación será en la calle Vitruvio, esquina con la Castellana”, apuntan desde la fundación. Ahora mismo están terminando el pedestal en una cantería de Extremadura. Al parecer, ha sido complicado encontrar un cantero para realizar esta pieza sobre la que descansará la escultura de bronce. ¿Cuándo se procederá al montaje? “Por nosotros lo antes posible, pero no creemos que sea antes del verano”, explican. La polémica levantada por la colocación de la estatua ha retrasado aún más la celebración del 100 aniversario de la creación de esa unidad militar, previsto inicialmente para el verano de 2020 pero que tuvo que retrasarse ese año por la pandemia.

El rostro del soldado

Desde el Ayuntamiento de Madrid indican que “no hay fecha exacta para su instalación”, pero que será seguro “después de este verano”. “La Comisión de Calidad del Paisaje Urbano acordó que la estatua del legionario fuese instalada en las proximidades de un edificio del Ministerio de Defensa, ya que era una iniciativa de esta institución. De acuerdo con ellos, se eligió el Cuartel General del Estado Mayor de la Defensa, que está en Vitruvio esquina con Castellana”, añaden desde el Consistorio. “No es una iniciativa del Ministerio de Defensa”, aclaran desde la Fundación de Museo del Ejército, aunque el ministro de Defensa sea el presidente del Patronato y a pesar de lo que indican del Ejecutivo que dirige José Luis Martínez-Almeida. 

Fue el Jefe del Estado Mayor del Ejército (Jemad), vicepresidente en el Patronato, quien decidió entre las dos propuestas que le presentaron en su momento el dibujante y el escultor. El Jemad decidió que había que homenajear a los legionarios de la primera época, para celebrar el siglo de vida del cuerpo. Por eso la escultura lleva el uniforme de los soldados de 1920, con el rifle Mauser y las botas que pisan un camino pedregoso. 

Salvador Amaya ha dicho que el rostro del soldado, que representa al cuerpo fundado por Millán Astray en 1920, es el de “un hombre con las ideas claras, con España en el corazón”. Precisamente, la última estatua de Francisco Franco que quedaba en la vía pública recordaba al dictador como comandante de la Legión antes de que ejecutara el golpe de Estado contra la Segunda República. Fue retirada de las calles de Melilla el año pasado.

El autor del monumento a los Héroes de Baler (“los últimos de Filipinas”) no ha aclarado si el modelo en el que se inspiró es el actor Alfredo Mayo (1911-1985), famoso en la dictadura por interpretar, entre otros títulos, Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941), en la que representa al alter ego de Francisco Franco; y ¡A mí la Legión! (Juan de Orduña, 1942), que recrea la campaña del Norte de África y en la que se exalta el modelo de soldado de valores “castrenses”. 

Un cuerpo cruel

En conversación con este periódico, Salvador Amaya apuntó que el soldado historicista que ha recreado no tiene nada que ver con los que actuaron en la Guerra Civil. Sin embargo, historiadores como José Álvarez Junco ya advirtieron de que la Legión fue un cuerpo que introdujo “un grado de violencia en la forma de hacer la guerra” y que fue “una de las causas por las que la contienda fue tan sangrienta”. La Legión se fundó como una unidad de choque colonial para mantener el dominio español por la fuerza sobre un territorio extranjero. Las escenas dantescas de la campaña de África (1921) recuerdan la extrema brutalidad y las atrocidades contra civiles que se cometieron entonces. La escultura que se presenta homenajea, un siglo después, aquella crueldad.  

Salvador Amaya se mostraba sorprendido ante lo que considera “una gran inseguridad” sobre los monumentos públicos “por la constante crítica ideológica a la que se ve sometido”. Lamentaba, en conversación con este periódico, que las críticas a estas presencias en la calle fueran ideológicas. Antes, aseguraba el escultor especialista en rescatar del pasado batallas coloniales, apenas se cuestionaban por la técnica o la estética. Como artista, el máximo galardón recibido por Amaya por sus labores artísticas es la Cruz del Mérito Militar, en 2020.

El escultor admite que los monumentos deben estar alineados con su comunidad, porque “se identifican con sus contemporáneos” y son “un reflejo de su sociedad”. El apoyo social que ha recibido esta escultura no llega a 800 personas, por lo que podría entenderse que esta no representa una sensibilidad contemporánea mayoritaria. “No sé muy bien cuál es la sensibilidad contemporánea y si es común a todos los españoles. Pero para una parte de la población será algo muy positivo como homenaje a los legionarios que hoy en día cumplen un cometido esencial en nuestra sociedad y como recuerdo a los que han dejado su vida en defensa de nuestro país”, responde el escultor. 

Desde el Ayuntamiento de Madrid nunca han aclarado por qué el alcalde José Luis Martínez-Almeida aceptó el ofrecimiento del legionario con bayoneta. De hecho, a la Comisión de Calidad de Paisaje Urbano, formada por 15 miembros, no se le concedió en 2021 la posibilidad de emitir su opinión al respecto. El único criterio que asumen para aceptar una obra de este tipo es “la calidad artística”. Pero no pudo ser valorada por nadie. Desde la Asociación Española de Paisajistas (AEP) aseguran que la pieza debería haber pasado por la Comisión. Y el resto de miembros consultados por este periódico explican que su lugar es el interior de un cuartel, pero no una calle de Madrid. 

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