La gran metáfora de La Regenta (a propósito de la purga de diputados en Vox Murcia)

Anita Ozores era una joven con talento artístico, inteligencia y sensibilidad. Vivió desde niña en un ambiente de opresión y carencias, tanto afectivas como culturales. Sus tías la educaron para venderla al mejor postor, que terminó siendo un anciano de buen corazón pero incapaz de cubrir las necesidades de una joven, y mucho menos de una joven tan especial como ella.

La belleza física y espiritual de Anita, así como su fama de virtuosa, atrajeron a dos hombres que querían poseerla y dominarla en su propio beneficio. Alvaro Mesia, un Don Juan local integrado en el partido liberal dinastico, que quería probar sus carnes y sumar un trofeo de singular peso a su lista de conquistas. Y un cura maquiavélico que, enamorado de ella a su manera, quería simplemente dominarla y moldearla para convertirla en la vestal perfecta que siempre soñó, entregada sólo a él en espíritu (y deduzco que también en cuerpo), obediente y sumisa para satisfacerle con cada gesto.

El Don Juan consiguió acostarse con ella, el marido se enteró y acabó muerto en un duelo con el burlador. Y, tras la vergüenza de haber matado a un pobre anciano, el Don Juan se larga a Madrid y la abandona, al igual que el cura, que la detesta doblemente por no haberle elegido y por ser una pecadora. Y Anita, denostada por todos, acaba pudriendose en su caserón, pobre y socialmente aislada.

Desde mi punto de vista, el autor quiso hacer una metáfora política con la obra. Anita es España, llena de potencialidades malogradas por la falta de oportunidades que le negaron quienes debían dárselas. El cura representa a la Iglesia arcaica, oscurantista y asfixiante de la época, que ansiaba dominar cada detalle de la vida del pueblo, aislarlo de cualquier otro punto de vista por miedo a que llegase a pensar por si mismo, y usar el miedo, la ignorancia y la manipulación para imponer su cosmovision, donde los curas eran Dios y el deber de todo español era callar, llenar las panzas de los obispos y someterse ante cualquier injusticia.

Y el Don Juan era el partido liberal dinastico de la época, que muchos vieron como una alternativa frente a la inmensa cárcel conservadora-clerical, pero que pronto se mostró como una entidad corrupta, defensora de los privilegios de la burguesía, temerosa de la verdadera democracia, cómplice de la monarquia e indolente ante la miseria que sufría el pueblo.

Y Anita, como España, se agarraba al clavo ardiendo de sus sucesivos verdugos (primero el cura y luego el Don Juan), dejándose engañar con la esperanza de que le traerían los sueños de felicidad y plenitud que siempre anheló. Pese a sus cualidades innatas y pese a que las oscuras intenciones de ambos seductores se veían a la legua, la desesperacion y carencias de Anita derivaron en una credulidad que le llevó al desastre.

Recuerdo este pensamiento a la luz de la expulsión de Vox de 3 de sus 4 diputados murcianos, parece ser que por negarse a que Ortega Smith siguiese controlando las cuentas corrientes del partido en Murcia. Vox fue el partido más votado en nuestra región y tuvo un excelente resultado nacional. Sin estructura, sin grandes figuras, con una cúpula nacional formada por un matrimonio de estafadores inmobiliarios, un simio admirador de Primo de Rivera y un jeta que no ha cotizado un día de su vida y ha comido a cuerpo de rey con el dinero público que le regalaba Esperanza Aguirre por no hacer nada. En Murcia, directamente, nadie conoce a la cúpula local de Vox. Y han sido la fuerza más votada.

La metáfora política de La Regenta sigue tan vigente como en el momento en que se escribió, y los resultados siguen siendo igual de desastrosos para nuestro país. Millones de españoles siguen lanzándose al vacío, creyendo al primero que les promete el cielo aunque sólo haga falta mirarle a los ojos para ver su profunda mediocridad y su ausencia total de escrúpulos. Nuestras carencias históricas nos siguen convirtiendo en carne de cañón para disfrute de los peores estafadores, que ya ni siquiera necesitan buscar figuras medianamente solventes para atraer al votante, ni crear estructuras de partido mínimamente sólidas, ni tampoco ocultar que su programa económico-social va a centrarse en privilegiar todavía más al poderoso y quitar al currante medio la poca protección que tiene. Ya ni siquiera les hace falta currárselo un poco para engañarnos. Y lo están aprovechando.