¿De verdad existe sectarismo en Menéame? ¿Hay una cámara de eco? ¿Es Menéame, o mejor dicho, su comunidad, plural y tolerante? Pues claro que hay sectarismo, y por supuesto su comunidad ni es plural ni es tolerante. Pero no es sólo exclusivo de Menéame, sino que ocurre en cualquier sitio web, foro o comunidad de usuarios. Es un proceso inevitable que responde a la particularidad del ser humano y de la cultura a la que pertenece. Seamos sinceros: no nos gusta que nos lleven la contraria, ni estar equivocados. Se está mejor con personas que refuercen y aplaudan nuestras ideas. Y nuestros sistemas educativos, actuales y pasados, no han hecho mucho por estimular el pensamiento crítico, por fomentar un debate racional.
Ahora bien, cada comunidad tiene su propio sesgo, su propia tendencia ideológica, y eso no aparece de la nada de la noche a la mañana. Siempre tiene unos orígenes que explican por qué en una página web o en un foro destaca una corriente política e ideológica. Y Menéame no es una excepción.
Dejadme que me explique. Cuando Menéame nació como agregador de noticias, era un sitio con poca carga política, donde sobresalían las noticias sobre tecnología y aquellas dedicadas al software libre. Aquello se debió a sus fundadores y al primer grupo de usuarios, pertenecientes al ámbito de las TIC y el desarrollo de software. Además, los comentarios que se escribían en cada meneo trataban de mantener una formalidad, una seriedad, sin perder creatividad, para hacerlos lo más entendibles posibles. ¿Cómo? Con algo tan sencillo como el uso correcto de la lengua escrita, algo que aún se mantiene. Menéame fue una de las primeras comunidades en español en las que se respetaba la gramática, la ortografía y el formato, lo que le daba un caché de intelectualidad, de que las personas que aquí entraban no eran adolescentes enganchados a los SMS o gente de poca cultura, ya que, de una forma u otra, "escribir bien" se ha asimilado socio-culturalmente como una señal de conocimiento, de persona cultivada. Obviamente, ésto que resulta ser positivo en esta página también era negativo en otros sitios, en los que un comentario escrito en perfecto castellano podría ser tildado de pedante o pretencioso.
Así se mantuvo Menéame durante varios años, pero entonces ocurrió algo.
Con el gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero, llegó al Ministerio de Cultura una señora llamada Ángeles González-Sinde, anterior presidenta de la Academia de Cine, guionista y directora. Cuando vimos a tantos artistas y creadores españoles relevantes en un spot electoral del PSOE sabíamos que ese gobierno iba a reformar la legislación sobre un tema candente en aquella época, que era la "piratería" o la descarga de contenidos digitales. Tal reforma llegó, y suponía un durísimo varapalo para muchas plataformas de difusión de la cultura y la información, fueran éticas o no, además de ser un atentado contra los derechos de los internautas al tratarlos a todos como "presuntos culpables" de un delito que no habían cometido pero podrían cometer, y que estaba redactada de forma bastante tendenciosa a favor de los grupos de gestión de los derechos de autor en diferentes ámbitos culturales.
A pesar de las protestas de la sociedad, el PSOE siguió adelante con la implantación de la nueva ley, y para ello tuvo que buscar apoyos políticos. Este apoyo se lo dieron dos partidos políticos: el Partido Popular y el extinto, al menos técnicamente, Convergència i Unió. Fue cuando surgió un movimiento llamado #nolesvotes, un movimiento que llamaba a no votar a los partidos políticos que estaban a favor de la disposición segunda de la Ley de Economía Sostenible que venía a regular, de la forma anteriormente mencionada, los contenidos digitales en la web.
En ese momento, en el caso de que tal reforma fuera aprobada, el modelo de Menéame como agregador de noticias se veía seriamente comprometido, hasta el punto en que podría obligar a la plataforma a echar el cierre. Y no es una exageración: Google News, para evitar problemas legales, cerró su versión española.
Obviamente, los fundadores y administradores de Menéame, por entonces Ricardo Galli y Benjamí Villoslada, con el apoyo de Enrique Dans, pusieron el grito en el cielo, pero hicieron algo que condicionó a Menéame hasta lo que hoy por hoy es.
Llevaron el conflicto a la comunidad. Politizaron el sitio.
No de forma directa, ni consciente. Trataron de hacer ver a la comunidad lo que supondría la aprobación de dicha ley para Menéame. Pero el efecto "bola de nieve" ya estaba en marcha. Aparecían vídeos de Galli con el hashtag #nolesvotes, cuando el movimiento estaba mutando al #15M. La portada de Menéame se convirtió en una avalancha de noticias sobre los avances de la aprobación de la Ley sinde, en Twitter se compartían enlaces directos a Menéame y se retuiteaba cualquier comentario hecho en Menéame o en el mismo Twitter de los creadores de este agregador. Cuando #nolesvotes se transformó en el #15M, Menéame ya era el sitio de referencia para todo tipo de simpatizantes de movimientos "indignados" como forma de mantenerse informados en la evolución de las acampadas, las protestas y la respuesta del gobierno. Las personas más variopintas se reunían en Menéame, hartos por la corrupción y la manipulación del estado para el beneficio de unos pocos, para menear, comentar, desfogarse, criticar, compartir experiencias, analizar la situación y proponer ideas.
Pero esto trajo consigo otra variable: lo que en un principio se trató como un fenómeno independiente, donde personas de todas las ideologías colaboraban a título personal, rápidamente de organizó bajo grupos de marcada ideología: comunistas, socialistas, anarquistas, anti-capitalistas, feministas, animalistas, etc. Esos grupos, que crearon sus propias herramientas de difusión de información, ya fuese mediante grupos de Facebook, listas de Gmail o feeds dedicados, tenían a Menéame, entre otros sitios, como modo de llegar a la población. No era de extrañar ver, en aquellos tiempos, portadas dedicadas casi por completo al movimiento #15M. Y no, por primera vez no era por iniciativa de la comunidad, sino porque la compartición de enlaces por las distintas redes sociales hacían que la portada no fuera "esculpida" por sus usuarios habituales, sino por todos aquellos que llegaban del exterior, que habían visto el enlace y que querían darle visibilidad. Menéame ya no lo controlaba su comunidad, sino los grupos ideológicos externos.
Entonces sucedió que aquellos grupos asamblearios comenzaron a organizarse de forma que pudiesen influenciar en la política desde su propio terreno, naciendo los círculos primigenios de Podemos, los que formarían las bases. Era el germen que daría lugar a la formación morada. Democracia horizontal en estado puro, amplia, tolerante... pero necesitaba publicidad para hacer a la población partícipes del movimiento, incluírlos o, en su defecto, escucharlos.
El problema es que según fue evolucionando el movimiento y, con ello, la propaganda, cada vez se convirtió en más agresiva, más acrítica, más intimidante, más sectaria. Lo que se había construído mediante el uso de la lógica comenzó a derrumbarse mediante estrategias más sensacionalistas, con poco respeto a la integridad ideológica de las personas. Aquellos que eran más vocales en sus ideas, que buscaban un cambio a cualquier precio, aunque el precio fuese manipular y condicionar a la sociedad, se erigían líderes de aquellos círculos. A los llamados "moderados" se les comenzó a excluir, y quedaron los más beligerantes y convencidos.
Y Menéame se resintió de ello.
Lo que eran noticias de portada sobre un movimiento social se transformó en una especie de panfleto ideológico con las declaraciones de sus líderes. Con el sistema de karma de Menéame, era imposible criticar tales meneos sin ser severamente penalizado. Artículos absurdos y poco relevantes subían a portada como la espuma mediante meneos de "invitados externos", aquellos que habían visto el enlace en alguna plataforma de es grupos ideológicos, o usuarios recientemente registrados que fundían a negativos cualquier crítica a tales meneos, sin importar si era razonada o no. Menéame abandonó la pluralidad, siendo secuestrada por estos grupos.
Tal falta de pluralidad, de raciocinio y del uso de Menéame como herramienta de propaganda, llevaron a algo que un viejo meneante jamás habría pensado: que su fundador, Ricardo Galli, decidiera apartarse. Y no por cansancio, o por problemas económicos, sino porque estaba harto de ver en lo que Menéame se había convertido. Usuarios que se convirtieron en personas influyentes en Menéame a través del #15M lo atacaban sin piedad por ser "demasiado suave" y no comulgar con las nuevas directrices del sitio. Menéame se venció a los administradores y moderadores surgidos por el #15M y a aquellos antiguos que supieron adaptarse.
A partir de ahí, pasado el tiempo de entusiasmo político relativo a éste movimiento y sus ramificaciones políticas, Menéame ha sufrido un proceso de adaptación a lo que podríamos catalogar como denominador común de cualquier web abierta: heterogeneidad ideológica de sus usuarios, para bien o para mal. Uno de los artífices de ello ha sido el nuevo "mandamás" de Menéame, Daniel Seijo, que desde su llegada ha impulsado la despolitización del sitio. Menéame se sigue enfrentando a problemas similares a los que se enfrentó con la Ley Sinde, pero su director ha tratado de mantener esa lucha ajena a la comunidad. Eso le ha costado críticas contínuas del núcleo de usuarios, incluyendo administradores, que se hicieron fuertes en la web mediante el #15M.
Por supuesto, ese mismo grupo de usuarios suele ser el que trata de defenestrar a Menéame comparándolo con lo que era en los años posteriores al movimiento. De repente, pareciera que Menéame se ha convertido en un lugar de reunión de fascistas, machistas y racistas, donde los usuarios más antiguos abandonan el lugar por el ambiente tóxico generado por los nuevos usuarios. Un claro ejemplo de lo que menciono en el primer párrafo de este artículo: transformada la comunidad en algo más plural y, en consecuencia, más disonante a lo que refiere una hegemoneidad ideológica, muchos usuarios que aquí se congregaron en aquellos tiempos lo ven como un ataque a sus ideas, llegando a sentirse incómodos de tal forma que reniegan del sitio y cancelan sus cuentas de usuario.
Ahora bien: ¿Este abandono de la homogeneidad ideológica supone una ruptura de la camara de eco de Menéame? Ni mucho menos.
Como ya han pasado varios años desde que somos conscientes del potencial de la llamada "Web 2.0", y bastantes más de lo que se refiere a la propaganda política, distintos grupos de presión han afinado sus herramientas de influencia en las redes sociales, y Menéame, como web plural, es uno de sus objetivos principales. Y esto resalta en el ojo de cualquiera que analice la comunidad y haga un pequeño trabajo de investigación.
Para empezar, el grupo de usuarios, digamos, con "solera" en Menéame, no restringe sus interacciones a este agregador. Quizá sea por asimilación del concepto de karma, o por las ganas de adquirir más relevancia fuera del sitio, pero la gran mayoría de ellos utilizan o utilizaban blogs como método de difusión de sus ideas. Además, mantienen cuentas en otras redes sociales, como Twitter, en las que compartir enlaces y opiniones. Y todo ello de manera pseudo-anónima, ya que usan los mismos nombres de usuario y los mismos avatares que en Menéame, con una lista de seguidores redundante en la que se "siguen" a ellos mismos para reforzar el feedback ideológico. Si alguno se pregunta cómo es posible que ciertas noticias suban a portada de manera casi-instantánea o que haya un pequeño grupo de usuarios que de repente negativice en masa un envío "controvertido", éste es el motivo.
Segundo, hay un grupo de usuarios, de marcada ideología, que utilizan Menéame como medio de propaganda política. A primera vista, se puede reconocer a muchos de ellos por sus nombres de usuario y sus imágenes de perfil (algunos de ellos hasta añaden su "firma" en forma de emoticono), en los que evidencian su alineación con tales corrientes ideológicas. Estos usuarios se mantienen siempre activos, meneando y comentando noticias que refuercen su pensamiento político y tratando de influenciar a la comunidad meneante para su asimilación, explotando las fallas del pensamiento crítico en la difusión y asimilación de información en las redes sociales junto al sistema de cálculo de karma de Menéame y la publicación de tales meneos y comentarios en otras redes sociales. El signo más evidente de ello es la relación meneos/meneos de usuarios registrados/visitas de un enlace de contenido político, que es desproporcionado en comparación con otros meneos. Pero, sobre todo, más esclarecedor resulta hacer una búsqueda inversa, y ver que el usuario que ha meneado el artículo, al igual que aquellos que lo han votado positivo en los primeros momentos, enlazan no a la noticia, sino al enlace de Menéame, en su cuenta de Twitter, en sus páginas y biografías de Facebook y en sus grupos de WhatsApp y Telegram. Una sincronización al voto que a pesar de no ser contraria a los Términos de Uso de Menéame al no tratarse de cuentas dedicadas a ello, y su difícil persecución, demuestran que muchas de las noticias que suben a la portada del sitio no son ni de lejos un resultado espontáneo y natural de la comunidad de Menéame.
Tercero, para acabar, y no por ello menos importante, son las cuentas "fantasma". Las cuentas fantasma son aquellas que tienen dos propósitos: sondear la opinión de los meneantes mediante comentarios polémicos y servir como backup de otra cuenta con cierta relevancia en Menéame pero cuya emisión de comentarios con dicha cuenta tendría resultados negativos por historial y afiliación. Tales cuentas son también fácilmente detectables ya que usan nombres de usuario explícitos y lanzan opiniones que rozan el extremo de lo absurdo, a modo intencionado de desprestigio de la ideología que marca su nickname (y su imagen de usuario) pero que sirven para tantear el terreno, aunque, irónicamente, utilizan el mismo vocabulario, estructura gramatical y formato que en sus cuentas originales.
El resultado de todo ello es la cámara de eco que menciona Daniel Seijo, y es algo que no se puede desmontar si no se cambian los sistemas y procedimientos de administración de la página. Y dudo que eso vaya a ocurrir en un futuro próximo.